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Bicentenario en Centroamérica y su espíritu
integracionista
Edgar
Alfonso Prado Molano
Licenciado
en Ciencias Sociales UPN -Colombia-
Candidato
a Magister Políticas Ambientales y Territoriales UBA
prado10edgar=
@gmail.com
Resumen
Centroamérica conmemora en este año 2021 su
Bicentenario de Independencia de la Corona Española. Este hecho histórico,
permite realizar una reflexión del espíritu integracionista de la región
centroamericana, analizando de manera general, parcial y acotada las difere=
ntes
etapas del proceso de integración de Centroamérica desde la Independencia c=
on
el pensamiento hispanoamericanista de José Cecilio Del Valle, pasando por la
formación de la ODECA con el impulso de la teoría del desarrollo, luego la
creación del SICA al calor del neoliberalismo y desembocando en la crisis d=
el
bloque regional por las consecuencias del COVID-19 y reflexionando el
integracionismo desde el concepto de región.
Palabras Clave: Integ=
ración
regional, región, desarrollo, Centroamérica
Abstract
Central America commemorates in this year 2021 its
Bicentennial of Independence from the Spanish Crown. This historical fact
allows us to reflect on the integrationist spirit of the Central American
region, analyzing in a general, partial and limited way the different stage=
s of
the integration process of Central America since Independence with the
Hispano-Americanist thought of José Cecilio Del Valle, passing through the
formation of ODECA with the impulse of development theory, then the creatio=
n of
SICA in the heat of neoliberalism and leading to the crisis of the regional
bloc due to the consequences of COVID-19 and reflecting on integrationism f=
rom
the concept of region.
Keywords: Regio=
nal
integration, region, developing, Central America
Introducción
Centroamérica, un istmo de origen volcánico y
tectónico, bañado por el Océano Pacífico y el Mar Caribe, es una porción de
espacio geográfico que conecta el sur y el norte del continente americano y
podría decirse que fue el primer proceso de integración americana, ya que, =
fue
clave para el poblamiento de América y el posterior flujo cultural y de flo=
ra y
fauna.
Más allá de este hecho de la geología del continen=
te
americano, Centroamérica en este 2=
021
conmemora 200 años de independencia de la corona española, conmemoración qu=
e se
presenta en un momento de coyuntura mundial como lo es la pandemia de COVID=
-19,
que ha llevado a repensar a los países centroamericanos y del mundo su rol =
como
estados nacionales y su papel en la integración regional e internacional y =
que
ha exteriorizado aún más los profundos problemas estructurales (desigualdad,
pobreza, violencia, corrupción) que
viene arrastrando Centroamérica paradójicamente desde su independencia o an=
tes
de la misma.
En este sentido, hablar del Bicentenario de
Independencia, no es simplemente mirar el pasado como algo anecdótico y her=
oico,
es reflexionar e interpretar los hechos que han llevado a esta área del
continente americano a estar en la búsqueda permanente por su integración y
poder consolidar esta región, como una región de paz y oportunidades.
En
un mundo globalizado e interdependiente, los Estado-nación exploran nuevas
dimensiones de relacionamiento entre ellos. Dicha búsqueda, muchas veces,
impele como corolario la génesis de procesos de integración regional entre =
los
Estados; quienes, examinan el establecimiento de instituciones que canalicen
sus relaciones. De esta manera, la nueva entidad instituida, se caracteriza=
rá
por la conjunción de los intereses de sus Estados Parte; asimismo, depender=
á de
sus miembros, el grado de autoridad con el cual la revistan. Según la
definición de Lindberg (1963), la integración se podría entender como:
“1)
los procesos por los cuales las naciones anteponen el deseo y la capacidad =
para
conducir políticas exteriores e internas claves de forma independiente entre
sí, buscando por el contrario tomar decisiones conjuntas o delegar su proce=
so
de toma de decisiones a nuevos órganos centrales y,
2)
el proceso por el cual los agentes políticos de diversos escenarios diferen=
tes
están convencidos de cambiar sus expectativas y actividades políticas a un
nuevo centro”.[1]
Por ello, el propósito de este artículo es realiza=
r un
análisis general, parcial y acotado de las diferentes etapas que ha vivido =
el
proceso de integración regional en Centroamérica, desde su independencia ha=
sta
la actualidad, y reflexionando acerca del concepto de región, fundamental en
las relaciones internacionales, pero a su vez poco estudiado.
De la Independencia al Hispanoamericanismo
centroamericano
La historia nos muestra que los países ubicados en=
el
istmo centroamericano (Guatemala, Nicaragua, El Salvador, Honduras y Costa
Rica) han apostado por la integración para sus recordemos que estas naciones
antes de su independencia en 1821 estaban aglutinadas en la Capitanía Gener=
al
del Reino de Guatemala, unidad política y geográfica administrada por la co=
rona
española.
La consolidación de las elites criollas en la
organización política, económica y social en los entonces virreinatos de la=
Metrópoli
generó una nueva clase social contrahegemónica a los reyes españoles, los
cuales demandaban mayor autonomía y libertades que, con el impulso de las
revoluciones burguesas de finales del XVIII, fortalece a los Movimientos
Independentistas en las colonias españolas y la posterior emancipación de l=
os
pueblos del nuevo mundo, liderada por las elites criollas.
Centroamérica, fue una de las últimas regiones que=
se
independizó de la corona española y la independencia se caracterizó por la
ausencia de enfrentamientos bélicos con España, debido al debilitamiento de=
esta,
con lo cual, al igual que en las otras regiones de la América Española, las=
selectas
hegemonías criollas se toparon con la tarea de la construcción de los nuevos
Estados – Nación.
Ante este hecho, las provincias centroamericanas d=
e la
antigua Capitanía General del Reino de Guatemala optaron por unirse al Impe=
rio
Mexicano de Agustín de Iturbide, anexión que duró poco tiempo, entre julio =
1822
y marzo del año siguiente. Por ello, en 1823, los representantes de las
provincias declaran la independencia absoluta tanto de España como del Impe=
rio
Mexicano y se establece la creación del nuevo Estado llamado, Provinc=
ias
Unidas del Centro América; Estado de carácter federal, republicano y
bajo el lema de Dios, Unión y Libertad (Rodríguez, 2008).
En este contexto, se consolida la figura de José
Cecilio del Valle, que amparado por un espíritu hispanoamericanista surgido=
por
la derrota del Imperio colonial español, plantea que los nuevos Estados –
Nación nacientes en América, puedan formar una gran familia.
Para del Valle y los pensadores de inicios del sig=
lo
XIX, el hisponoamericanismo, resultaba en la unión de los países que otrora
fueron sometidos por España, por ello, Brasil no entraba en aquella ecuació=
n,
según este pensador centroamericano, las Provincias Unidas del Centro Améri=
ca,
podían jugar un papel clave en la unión de toda la América Hispana.
Del Valle entendía que, a pesar de las diferencias,
América debe formar un solo bloque que coloque a esta zona del mundo en el
lugar que debe tener y disputar poder a Estados Unidos y Europa y planteaba=
la
formación de un “Congreso General más expectable que el de Viena” (García, =
1986)
y que cada representante de las diferentes zonas de América, pudiese contar=
con
inventarios regionales, para poder crear un plan general y así con este
instrumento trabajar para que cada área territorial cuente su riqueza y a la
vez, pueda ayudar a que otras zonas puedan subir a este grado.
Para cumplir este objetivo, según Del Valle se debe
formar como primera medida la Federación grande que una a todos los Estados=
de
América y como segunda medida, formular un plan económico que enriquezca a =
los
Estados y fijar bases de ayuda mutua en caso de agresiones externas y crear=
un
tratado general de comercio.
En este sentido, aunque la perspectiva era la
conformación de una “Patria Grande” como la proponía Simón Bolívar en
Suramérica y en la cual, Bernardo Monteagudo fue el interlocutor entre esta=
s dos
propuestas americanistas, para hacerle frente al Panamericanismo promovido =
por
Estados Unidos y la doctrina Monroe, más allá de esto, este pensamiento sig=
ue
vigente en el proceso de integración regional centroamericano, con sus idas=
y
vueltas, pero destacando el espíritu centroamericano de convertirse en una
región consolidada, siendo la guía de la batuta de la integración de toda
América.
La
Perspectiva del Desarrollo y la ODECA
Las Provincias Unidas del Centro América, como est=
ado
centroamericano solo tuvo un par de años de vida de la mano de su president=
e, Francisco
Morazán, hasta que el 1838 se desintegró este nuevo Estado, dándole paso a =
las
actuales Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Honduras y Costa Rica, como nue=
vos
países y construyendo nuevas nacionalidades.
Las disputas de las dirigencias políticas criollas=
se
observaban en cada provincia por el liderazgo en el nuevo gobierno, donde la
herencia colonial española fundamentada en el acaparamiento de tierras y la
hacienda como modo de producción, la contraposición del pensamiento político
conservador y liberal, las pésimas vías de comunicación tanto para el comer=
cio
y el correo, la ausencia de un nuevo plan económico que se desligara de esta
herencia española conllevó a esta desintegración.
A pesar de esto, desde 1838 se intentó de múltiples
maneras volver a consolidar este antiguo Estado, pero los intereses de cada
provincia ya habían alcanzado un nivel de desarrollo importante, con lo cua=
l,
la integración en un solo país ya no era lo prioritario, según Rodríguez (2=
013)
de1838 hasta 1951 hubo 30 planes y proyectos para la integración de
Centroamérica.
Como es sabido los
procesos de integración se desarrollan para aprovechar de un mejor modo los
beneficios que la globalización presenta y de esta manera contribuir a un
desarrollo equilibrado y sostenible, tanto económico como social, en los pa=
íses
en vías de desarrollo, fundamentalmente para los de América Latina.
Dentro
de esta caracterización globalización vis a vis procesos de integración
regional, se hace substancial plasmar una sinopsis histórica, apuntando que=
, en
América Latina, los primeros procesos de integración regional encuentran su
piedra angular en la década del 60, como parte del regionalismo propugnado =
por
la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Dicho proces=
o,
se identificaba por la industrialización de las economías vía sustitución de
importaciones (ISI). La política ISI, asistiría a la consolidación de bloqu=
es
económicos regionales pujantes. En ese sentido, se concebirían proyectos co=
mo
la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio[2] (ALALC) en 1960; la
Comunidad Andina de Naciones[3] (CAN) en 1969; y la
Asociación Caribeña de Librecambio[4] (CARIFTA) de 1965,
antecesora de la actual Comunidad del Caribe[5](CARICOM) de 1973.
Para
el caso de América Central, previamente al resto de América Latina, la
integración encuentra sus cimientos en los albores de la década del 50, con=
la
suscripción de la “Carta de San Salvador”, erigiendo la Organización de Est=
ados
Centroamericanos (ODECA). Subsecuentemente, la integración localiza otro gr=
an
hito, en la empresa de constitución del Mercado Común Centroamericano (MCCA=
),
en los inicios de la década del 60. Dichos procesos se revestirían, en un
principio, con el impulso necesario para la consecución de sus fines. Sin
embargo, con el pasar del tiempo, ambos esfuerzos integracionistas afrontar=
ían
severas crisis, las cuales perjudicarían su desenvolvimiento y ofuscarían s=
us
logros. No obstante, la década del 90 sería testigo del renacimiento de la
integración en la región, al emanar el Sistema de la Integración
Centroamericana (SICA) como la actual organización rectora de los designios=
de
la integración en la región que haremos mención más adelante.
Retomando a los inicios de esta vocación
integracionista, fue recién en 1951, con la Carta de San Salvador como
instrumento normativo que formalizó la creación de la Organización de Estad=
os
Centroamericanos (ODECA) cuyo propósito fundamental es de acuerdo con Villa=
grán
Kramer (1970):
“La superación de la “brecha” [países
desarrollados vs países subdesarrollados] o cuando menos la modificación de=
las
“causas de la brecha”, se logra en razón del agrupamiento compatible de var=
ias
unidades dentro de un conjunto, o formando una unidad para el efecto, lo que
visibiliza el desarrollo económico y social, asegura el incremento económic=
o en
forma racional y equilibrada, y modifica las estructuras que frenan el
progreso” (Villagrán, 1970. p. 54)
Desde esta perspectiva y planteamiento de Villagrá=
n,
se puede entender que la integración y la misión de la ODECA es un medio y =
no
un fin en sí mismo. De igual manera, esta visión marca la fuerte influencia
Cepalina de aquel momento en América Latina, donde la teoría del desarrollo
originada luego de la Segunda Guerra Mundial e impulsada por las Naciones
Unidas, tiene un fuerte reflejo en la creación de la ODECA.
Recordemos que, Raúl Prebisch primer secretario de=
la
CEPAL se interesó por la comprensión y la teorización del Centro y la Perif=
eria
(Países Desarrollados y Países Subdesarrollados); ya que este organismo ent=
endía
que una manera para superar el subdesarrollo de cada uno de los países de
Latinoamérica era la Industrialización por Sustitución de Importaciones, pe=
ro
se advertía que no alcanzaba con que cada país realizara este proceso por la
estrechez del mercado nacional.
En este sentido, siendo la integración una necesid=
ad
para que los países eviten el estancamiento, se debe imponer un mercado
reciproco entre las naciones de la región que propicie la creación de un
mercado común, reduciendo costos y permitiendo afrontar la competencia con =
el
resto del mundo (Guillen, 2001. p. 362)
Es
necesario destacar que la ODECA, primeramente, se estructuraría entorno al
ideal centroamericano de reconstrucción de la patria centroamericana, ya que
los intereses de los Estados centroamericanos se organizarían para la
consecución de ese anhelo. De esta manera, los Estados buscarían las fórmul=
as
que a su criterio serían las idóneas, en búsqueda del objetivo magnánimo
esbozado. No obstante, como se advertirá posteriormente, las recetas puesta=
s en
marcha no resultarían ser eficaces, especialmente, en lo que respecta a la
materialización de al propósito de máxima. Si bien se parte de elementos ca=
racterísticos,
tales como: un pasado común, predominancia de valores centroamericanos,
reivindicaciones unionistas, etc., los cuales delinearían las acciones de l=
os
Estados.
Sin embargo, cuando
los Estados centroamericanos deciden dar prioridad a otros aspectos del pro=
ceso
de integración, aunando esfuerzos para acelerar el proceso de integración
económico en detrimento del político, se relegan los fines ideacionales, pa=
ra
darle paso a objetivos más concretos, por ejemplo los económicos, en búsque=
da
del bienestar de sus respectivas poblaciones. Esta variación, en los fines,=
se
condice con el razonamiento del intergubernamentalismo, quien asiste a
vislumbrar la integración como un proceso en el cual los actores principales
son los intereses de los Estados
Por ello, la ODECA interpreta la integración no so=
lo
como la formación de mercados, ya sea de índole bilateral o multilateral,
basado en la industrialización nacional que permita superar el subdesarroll=
o de
los países; la integración debe ser entendida desde la perspectiva del M=
ercado
Común, contemplando las cuatro libertades de la integración: circulació=
n de
bienes, capitales, servicios y personas, construyendo de manera permanente
políticas públicas que permitan el éxito de esto.
En este panorama, la integración no solo debe ser =
un
asunto comercial, de flujo de bienes y servicios y de negociones arancelari=
as o
de unión aduanera, esta debe ser económica, que entienda las asimetrías de =
los
diferentes países involucrados y supere las condiciones de vulnerabilidad
social de sus habitantes y por ello, se crea con el Tratado General de
Integración Económica Centroamericana en 1960 que da cabida a la Secretaría=
de
Integración Económica Centroamericana (SIECA).
No obstante, hasta el día de hoy, a pesar de los m=
últiples
esfuerzos, el Mercado Común y la integración económica en Centroamérica no =
ha
sido posible y se ha concentrado más en la integración de carácter comercia=
l.
La llegada del Neoliberalismo y el SICA
El capitalismo como sistema económico, siempre est=
á en
permanente crisis y Centroamérica al estar inserto en este sistema-mundo,
propio del pensamiento de Wallerstein (1974), no es ajena a este tipo de cr=
isis
que se puedan presentar en los centros mundiales.
Ante cada dificultad, surgen nuevas dinámicas en el
capital y desde los años 80´s las administraciones de Margaret Thatcher, en=
el
Reino Unido, y de Ronald Reagan, en Estados Unidos, empiezan a promover la
neoliberalización de la economía y de los estados (no hay que obviar la
implementación de este sistema en Chile, anterior a esta fecha con la escue=
la
económica de los Chicago Boys), para superar la crisis del capital en donde=
la
máxima de Milton Friedman veía las luces.
Es así, que los Estados entrados a la década de lo=
s 90´s
empiezan a tener un rol más activo, para la reconfiguración, regulación y
desregulación de su aparato estatal, que hoy en día sigue ocurriendo, con el
neoliberalismo entran a jugar directamente en la dinámica económica las
empresas transnacionales, la inversión extranjera directa, los organismos
internacionales de financiación y el ascenso del regionalismo abierto con l=
os
Tratados de Libre Comercio (TLC).
Es en estos años 90´s que con el Protocolo de
Tegucigalpa firmado en 1991 se crea el Sistema de Integración Centroamerica=
na (SICA)
como un nuevo marco jurídico y político para la región, que responda en
diversos niveles económicos, comerciales, sociales, culturales, ambientales,
las nuevas dinámicas del mundo y obviamente pueda integrarse por vía region=
al a
la globalización capitalista.
Esta nueva dinámica mundial condiciona casi de man=
era
hegemónica a las regiones subdesarrolladas a las políticas de los países más
desarrollados, pero a su vez a organismos de crédito y financiación
internacional y de empresas transnacionales, esto tuvo un impacto fuerte en=
la
disminución de las exportaciones de los países a nivel regional, con lo cua=
l,
se rompieron varias cadenas regionales de valor.
Para
las estrategias ortodoxas que definieron la inserción internacional de los
países en las décadas de 1980 y 1990, la integración regional no representó=
un
tema central de debate. El énfasis se puso en el libre comercio, y se enmar=
có
la integración bajo el término más amplio del “regionalismo”. Este concepto
trajo consigo cierta ambigüedad, ya que incluía bajo el mismo concepto a
procesos tan distintos como la Comunidad Andina o el Tratado de Libre Comer=
cio
entre Estados Unidos, Centroamérica y la República Dominicana (DR-CAFTA). P=
ero
integración regional, regionalismo y libre comercio no son sinónimos y no
siempre se entiende lo mismo cuando se emplea el término “integración”. Por
ejemplo, el Banco Mundial (Schiff y Winters, 2004) opta por los conceptos t=
radicionales
del regionalismo adscritos al “Consenso de Washington”, mientras que utiliza
“integración” para referirse tanto a los acuerdos regionales de libre comer=
cio
como a los denominados acuerdos de “integración profunda”, en alusión a la =
UE.
Frente
a la dicotomía entre libre comercio, inserción internacional, creación de u=
niones
e integración aduaneras, la CEPAL propuso una tercera vía con su propuesta =
de
“regionalismo abierto”[6]. Este planteamiento
suponía un punto de inflexión respecto de la doctrina ortodoxa de libre
comercio, y buscaba profundizar los acuerdos regionales aprovechando
simultáneamente el dinamismo de los mercados internacionales. La propuesta =
de
la CEPAL apuntaba a continuar con el trabajo para acercar y facilitar el
comercio entre mercados regionales, cuyos países presentaban afinidades
culturales y legales, así como objetivos políticos similares en temas de
migración, seguridad, paz, entre otros. Al mismo tiempo, los países miembros
mantendrían una agenda comercial que incluyera acuerdos de diversa índole c=
on
terceros países.
Lo
que diferencia al regionalismo abierto de la apertura y de la promoción no
discriminatoria de las exportaciones es que comprende un ingrediente
preferencial explícito, reflejado en los acuerdos de integración y reforzado
por la cercanía geográfica y la afinidad cultural de los países de la regió=
n.
Tanto la
firma del CAFTA con Estados Unidos, que era una ampliación del TLCAN con Ca=
nadá
y México, como la firma del Acuerdo de Asociación del SICA con la Unión Eur=
opea,
donde las asimetrías económicas entre estos bloques aumentará la brecha, ya
que, los países del sur global en la dinámica de la división espacial e
internacional del trabajo, no pueden competir contra esta economías
industrializadas (Kan, 2017), represento para Centroamérica la necesidad de reactivar =
su
crecimiento vía extracción de materias primas, la reprimarización general d=
e su
economía y el incremento los confl=
ictos
territoriales y socioambientales, tal como lo menciona Maristella Svampa (2=
018)
Se observa
que la firma de estos Tratados de Libre Comercio (TLC), con economías más
desarrolladas han colocado a Centroamérica como un espacio -en la división
espacial e internacional del trabajo- para la atracción e instalación de
empresas transnacionales, gracias a sus facilidades para la inversión
extranjera, la privatización de empresas, que pone a la región como una
plataforma de producción y logística para los bienes y servicios que tienen
destino final principalmente a estas economías (Pérez, 2013) por ello el
aumento de las zonas económicas especiales.
Si
bien, las propuestas del regionalismo posliberal propias del siglo XXI introducen novedades sustanciales con re=
specto
al regionalismo abierto, pero mantienen las tensiones, propias del regional=
ismo
y la integración, entre intereses nacionales y regionales; entre
supranacionalidad y cooperación intergubernamental; entre mercados regional=
es y
globales; entre cadenas regionales y globales de valor, o incluso entre los
ministerios de relaciones exteriores y los de economía o finanzas en la
conducción del proceso. Es preciso destacar que, en el caso de Centroaméric=
a,
la doble vía del regionalismo abierto ha sido reforzada, por un lado, media=
nte
su política de acuerdos de libre comercio y, por otro, merced a los acuerdos
regionales en el marco del establecimiento de la unión aduanera para aprove=
char
las oportunidades de los mercados intrarregionales.
Por lo anteriormente manifestado, se podría afirmar
que el proceso de
integración centroamericana es el más dinámico de los procesos clásicos de
América Latina. Su desarrollo en la última década previo a la aparición de =
la
pandemia ha sido positivo, por ello, esa evolución autoriza a sostener que =
el
SICA ofrece ahora expectativas más amplias con sus 30 años de vida y posee
mayores capacidades para activar intereses en los países miembros y en soci=
os
extrarregionales que deseen aproximarse a su entorno. Este escenario de
transición que domina el panorama global y latinoamericano es una ventana de
oportunidad para la integración centroamericana.
Mas allá que, en muchos aspectos la actual integra=
ción
regional está supeditada a las dinámicas de la globalización, tampoco se pu=
ede
cuestionar que el SICA ha hecho valerosos esfuerzos en la construcción de
políticas públicas que sirvan de derroteros para la superación de los probl=
emas
estructurales de Centroamérica.
La importancia del concepto de Región para las ref=
lexiones
finales
Como vimos a lo largo de este artículo, Centroamér=
ica
desde su independencia ha tenido la vocación por la integración de sus país=
es y
así construir y consolidar una región que pueda ser competitiva a nivel
internacional y la formación del Mercado Común.
Por ello es importante problematizar los conceptos=
de
región, regionalización e integración regional y reflexionar al calor de la
pandemia del COVID-19, a los organismos regionales, los cuales viven su peor
momento, ya que, muchos de estos demostraron su desarticulación y el inefic=
az
manejo del abordaje de esta crisis sanitaria sin precedentes, es el caso, d=
e la
OEA, de la OPS, del Mercosur, la Comunidad Andina, hasta de misma Unión
Europea, que ya arrastraba un proceso complejo por el Brexit.
También es importante cuestionar el Regionalismo Abierto (RA) amparado por los TLC, que solo se enfocan en la ampliación del libre mercado a nivel mundial y la aceleración cada vez mayor del capital.<= o:p>
En este sentido, la región como la unidad política=
y
geográfica del regionalismo debe discutirse desde todas las aristas, entien=
do
que este es un concepto polisémico, como otros tantos, pero da importantes
aportes a las relaciones internacionales.
La premisa fundamental aquí, es que la región se
sustenta desde el concepto de espacio, entendiendo el espacio como una
construcción social e histórica (Lefebvre, Santos, Harvey) y este es dinámi=
co,
móvil, cambiante y dialéctico. En este marco, la región también es dinámica=
y
para nada estática. Esta última afirmación, está en las antípodas del conce=
pto
de región tradicional, donde la región se entendía y entiende aún como el
recorte del espacio geográfico en parcelas y diversas escalas.
Para la geografía clásica, la región se fundamentó
como una ciencia corológica, que diferenciaba las áreas del mundo, por su
flora, fauna, climas, entre otros y su fin último era el ordenamiento del
espacio terrestre (Haesbaeet, 2019) que da pie a la regionalización del mun=
do.
Para Paul Vidal de La Blache, uno de principales
teóricos de la geografía regional del siglo XIX, la región puede ser entend=
ida
por tres maneras: la primera, por el determinismo físico-natural, la cual
rechaza la división política administrativa y se basa en la regionalización=
de
unidades fisiográficas; segunda, la región es vista desde la perspectiva de=
la
acción humana “relación hombre- naturaleza”; y, la tercera, se le adhiere el
concepto económico, desde la idea de la nodalidad y los límit=
es
de la región son fluidos (para el libre mercado) donde los procesos de
industrialización son responsables de la configuración regional.
El enfoque historicista de Paul Vidal de la Blanche otorga al
concepto de región nuevos elementos de análisis. Las regiones son el result=
ado
de procesos y a su vez objetos no acabados de procesar. El cúmulo de
contradicciones regionales originadas en las más diversas aristas contextua=
les
hace del espacio regional un objeto en constante evolución, no solamente
espacial (en relación extensión-reducción), sino también de las estructuras=
que
lo componen como organismo
Los países y las organizaciones regionales están en
permanente contradicción y este el caso de Centroamérica, que se tiene que
definir como región y al definirse tiene que construir limites que la
diferencien de otras regiones, las cuales se superponen. De igual manera,
aunque las regiones tienen la definición de sus límites desde lo político
administrativo, estos límites son difusos, ya que, para unos casos son barr=
eras
limitantes, como para la migración y para otros casos no lo son, como para =
el
libre comercio.
En virtud de lo anterior, es importante preguntarn=
os, ¿por
qué? y ¿para qué nos integramos? ¿quiénes se benefician de la integración? =
¿es
el Regionalismo Abierto la dirección integracionista que deben seguir los
países?, ¿la integración se está tomando como una armonización de los paíse=
s? ¿cuáles
deben ser los valores de la integración regional? ¿cómo regionalizar al sen=
o de
las diferencias?
El COVID-19, sentó las bases para la construcción =
de
un nuevo paradigma de la integración de los países, modelo que aún no es
visible comprender, pero que está dejando conclusiones importantes.
Una de estas conclusiones puede ser, ningún país se
salva solo, la única forma de afrontar los problemas y superarlos es la uni=
ón y
la integración. Encontrarse con el principio de la solidaridad (Chomsky),
entender que los países habitan una casa común y que la globalización tal c=
omo
la entendemos, está siendo globalizante de problemas y no de solidaridad en=
tre
los países.
El
escenario post pandemia de los próximos años invita a trabajar con una agen=
da
de objetivos factibles, progresivos, sin planteamientos maximalistas y juga=
ndo
con una articulación flexible pero explícita de intereses y competencias que
permita aclarar las funciones y competencias de las instituciones regionale=
s y
de los países miembros en este marco.
Centroamérica y el mundo entero, esta ante un reto=
y
desafíos sin precedentes por ello, los festejos de los 200 años de
Independencia de la región deben ser tomado como el Bicentenario en el avan=
ce
de la integración centroamericana y muestre al mundo, que la integración
regional es el camino para la superación de los problemas estructurales de =
los países
del istmo.
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[1] LINDBERG, Leo=
n N.,
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University Press, 1963, p. 6, citado por DOUGHERTY, J., y PFALTZGRAFF, R.,
Teorías en pugna en las relaciones internacionales, GEL, Buenos Aires, 1993=
, p
445
[2]=
Con la firma=
del
Tratado de Montevideo de 1960
[3]=
. Con la
suscripción del Acuerdo de Cartagena (Colombia)
[4]=
Con la rúbri=
ca del
Acuerdo de Dickenson Bay (Antigua y Barbuda
[5]=
Con la firma=
del
Tratado de Chaguaramas (Venezuela)
[6] CEPAL (1994)=
, El
regionalismo abierto en América Latina y el caribe. La integración económic=
a al
servicio de la transformación productiva con equidad, Santiago de Chile=