MIME-Version: 1.0 Content-Type: multipart/related; boundary="----=_NextPart_01D7CFDF.09E8B020" Este documento es una página web de un solo archivo, también conocido como archivo de almacenamiento web. Si está viendo este mensaje, su explorador o editor no admite archivos de almacenamiento web. Descargue un explorador que admita este tipo de archivos, como Windows® Internet Explorer®. ------=_NextPart_01D7CFDF.09E8B020 Content-Location: file:///C:/247C3E5A/file2202.htm Content-Transfer-Encoding: quoted-printable Content-Type: text/html; charset="us-ascii"
CONTAME &iques=
t;Qué
tan
Homo Œconomicus sos?
Conductas pros=
ociales
y altruistas del argentino en pandemia[1]
Consuelo Altam=
irano
consu=
elo.altamirano@live.com.ar
Mariana Barre&=
ntilde;a
maria=
na.barrena@comunidad.ub.edu.ar
Juan Nahuel Fr=
esca
Juannahuel.fresca@ean.edu.ar
Tania
Theoduloz
taniatheoduloz@uca.edu.ar
Doctorado
en Economía
Universidad
Católica Argentina
Resumen
El homo œconomicus subyacente a los modelos
matemáticos de la teoría económica neoclásica
supone el comportamiento egoísta de los agentes económicos. E=
n el
contexto de la emergencia sanitaria internacional COVID-19, que para Argent=
ina
significó la profundización de una prolongada crisis
económica y social, con agudizamiento de los índices de pobre=
za,
surgió el interés por buscar evidencia de comportamientos
económicos alejados de tal racionalidad. El trabajo discute la prese=
ncia
de valores altruistas y conductas prosociales, en oposición al accio=
nar
solitario e independiente del típico agente económico, guiado=
por
sus logros personales.
A través de una encuesta se evaluó la
disposición a contribuir en la construcción y mantenimiento de
dos bienes públicos, buscando revelar altruismo y comportamientos
prosociales. Tales valores fueron reflejados en forma contundente en la
encuesta. Finalmente, se dio un paso más, simulando una
contribución efectiva; los resultados cambiaron significativamente,
evidenciando disparidad entre la conducta auto-percibida y la efectivamente
observada.
Palabras Claves:
COMPORTAMIENTO – HOMO
OECONOMICUS - CONTRIBUCIONES – ALTRUISMO
Abstract
The homo œconomicus underlying the
mathematical models of the neoclassical economic theory asumes that individ=
uals
behave in a selfish manner. Given the international sanitary emergency impo=
sed
by COVID-19, -which meant the deepening of Argentina´s structural
socioeconomic crisis and the aggravation of its poverty indices-, emerged t=
he
interest to find evidence of economic conducts deviating from the presumed
rationality. This paper discusses the presence of altruism and prosocial
preferences, as opposed to the isolated and selfish behavior of a typical
economic agent purely motivated by its own benefit.
By means of a survey, we aim to reveal prosocial a=
nd
altruistic conducts through the willingness to contribute towards the provi=
sion
of two public goods. Finding the majority of responses in favor of such val=
ues,
we take the analysis one step further and simulate a situation where to make
the proposed contribution effective. Under this context we find that results
change significantly, evidencing a disparity between self-perceived conducts
and the effectively observed.
K=
eys
Words: BEHAVIOR – HOMO OECONOMICUS - CONTRIBUTIONS – ALTUIS=
M
Conductas pros=
ociales y
altruistas del argentino en pandemia
“El enfo=
que
económico no asume que todos los participantes, en cualquier mercado,
tienen la información completa o toman parte en transacciones que no
tienen costos. La información incompleta o las transacciones costosa=
s no
deben, sin embargo, ser confundidas con conductas irracionales o
volátiles. El enfoque económico ha desarrollado una teor&iacu=
te;a
sobre la acumulación óptima o racional de información
costosa que implica, por ejemplo, mayor inversión en informaci&oacut=
e;n
cuando se trata de decisiones más costosas y menor inversión =
con
decisiones menores – la compra de una casa o la decisión de
contraer matrimonio versus la compra de un sofá o pan”
Gary Becker =
8211; El
enfoque económico de la conducta humana (1976)
“Por m&a=
acute;s
egoísta que se pueda suponer al hombre, existen evidentemente en su
naturaleza algunos principios que le hacen interesarse por la suerte de otr=
os,
y hacen que la felicidad de éstos le resulta necesaria, aunque no de=
rive
de ella nada más que el placer de contemplarla”
Adam Smith =
211; La
teoría de los sentimientos morales (1759)
1. INTRODUCCI&Oa=
cute;N
La provisión de bienes públicos y el problema de
acción colectiva son dos áreas que han contribuido al debate
sobre la validez del concepto de homo œconomicus. En particular,
experimentos basados en el mecanismo de contribución voluntaria,
así como en el juego del dictador, muestran conductas que se
desvían del paradigma económico tradicional de la doctrina
neoclásica. Mientras que la teoría predice una provisió=
;n
subóptima del bien público, justificada en las conductas de <=
i>free
rider, y ofertas nulas
motivadas por el egoísmo, los resultados muestran contribucio=
nes
positivas e incluso significativamente mayores a las anticipadas. Naturalme=
nte,
esto implica un replanteo de la habilidad del concepto para predecir
comportamientos, cuestionando si la naturaleza humana puede simplificarse a=
un
ser totalmente racional, motivado únicamente por el interés
personal. Si bien el concepto es capaz de explicar con bastante éxito
ciertas regularidades, e indiscutiblemente facilita el análisis
matemático de la conducta al reducirla a un problema de
maximización, vale la pena rever su aplicabilidad a todos los
ámbitos de decisión económica. Al decir de Tarde (1902=
),
¿se justifica reducir la naturaleza humana a un “mínimo
psicológico”, para sostener la base estadística de los
modelos económicos?
El debate entre quienes defienden al homo œconomicus<=
/span> como axioma uni=
versal
de conducta y quienes lo ven como una generalización reduccionista ha
dado lugar a una extensa literatura. Más allá de la
discusión teórica, no puede negarse la evidencia empír=
ica
que muestra, en determinados contextos, conductas que responden a sentimien=
tos
catalogados como altruismo en lugar de las conductas egoístas que
serían de esperarse. Esta disonancia, que se refleja a simple vista =
en
las numerosas contribuciones a ONGs o fundaciones de ayuda social, obliga a
preguntarnos si basta con categorizar las acciones voluntarias como conduct=
as
irracionales o si es necesario contemplar la posibilidad de que estas condu=
ctas
respondan a preferencias prosociales. Incluso, más allá de
aceptarse tales preferencias, lo interesante es entender la motivació=
;n
detrás de las mismas. Es decir, cuando hablamos de conductas prosoci=
ales,
¿asumimos que éstas responden es un altruismo puro o a la
satisfacción moral que resulta de este tipo de acciones? O lo que es=
lo
mismo, ¿hablamos de conductas orientadas a incrementar el bienestar =
de
los demás, o de conductas que responden a lo que Andreoni (1988)
llamó warmglow[2]?
Por su parte, Veblen (1899) en el S. XIX mencionaba
conductas que también parecen poner en tela de juicio la racionalidad
económica, como ser, aquellas cuya finalidad son el prestigio, el
reconocimiento y el status social. Si bien los bienes públicos son no
posicionales por definición, las contribuciones son decisiones
individuales que pueden generar comparaciones respecto a las contribuciones
realizadas por los otros. Este planteo puede abordarse desde dos áng=
ulos:
ya sea desde la contribución condicional donde el comportamiento del
otro actúa como punto de referencia (Fischbacher, Gätcher,
&Fehr, 2001) o bien, desde la influencia social que el entorno tiene so=
bre
nuestro comportamiento (Cialdini, 2001). Como explica López Sá=
;ez
(2007), la influencia social es cualquier cambio de conducta producida por =
el
influjo externo, como pueden ser los cambios de actitudes provocadas por el
comportamiento de otros o, la conformidad que nos lleva a actuar de acuerdo=
a
las normas y patrones aceptados socialmente. En parte esto último nos
retrotrae a la cuestión anterior, donde podría debatirse si la
predisposición a colaborar responde más a la conformidad
pública que nos lleva a hacer lo socialmente correcto, o si se expli=
ca
por una aceptación privada de sentir que es necesario ayudar al otro=
.
La influencia social es una de las aristas de la psicol=
ogía
económica que pone de manifiesto la miopía que implica analiz=
ar
la conducta económica sin abordársela primero como una conduc=
ta
social[3]. Si bien es sabido, no=
es
en vano recordar que la economía es una ciencia social y, por ende,
resulta imprescindible comprender la interacción con el otro y el
entorno, para entender las conductas socioeconómicas. En línea
con Albou (1997) y van Raaij (1981) las decisiones económicas deben
entenderse dentro del contexto en el que se produce, debiéndose
incorporar al análisis la retroalimentación entre decisiones
individuales y el medio, idea que Lea, Tarpy&Webley (1987) resumen en el
paradigma de causación dual. Esta interacción entre la conduc=
ta
individual y el resultado social es evidente en el dilema de los bienes
públicos, donde las características de no exclusión y =
no
rivalidad de estos, contraponen el beneficio grupal con el individual. Es
decir, mientras que la estrategia dominante es la contribución nula,=
el
óptimo paretiano se alcanza con contribuciones máximas. A
diferencia de lo esperado, los experimentos muestran mayor grado de
cooperación, con contribuciones individuales cercanas al 50% de la
dotación inicial. Si esto es lo que muestra la evidencia
empírica, ¿se justifica entonces que el análisis se ha=
ga
desde el supuesto que el ser humano actúa en forma aislada e
independiente del resto? Algo similar ocurre en los experimentos sobre el j=
uego
del dictador: en lugar de las ofertas nulas anticipadas por el egoís=
mo,
se ven ofertas mayoritariamente positivas motivadas por la equidad y el
altruismo[4].
Encontrar respuestas a las interrogantes planteadas exc=
ede
claramente el alcance del presente trabajo. No obstante, se las toma como
disparadores de discusión y se propone un análisis de las preferen=
cias
prosociales de los argentinos, en un contexto de pandemia mundial y crisis
económica. En particular, se pretende estudiar desvíos en el
comportamiento esperando según la visión ortodoxa de las
conductas económicas, a través de la predisposición a
realizar contribuciones monetarias o de trabajo a dos proyectos: un merende=
ro y
un centro de vacunación para COVID-19.
El trabajo se divide en 6 secciones. A continuación, se pr=
esenta
una breve reseña bibliográfica del concepto de homo
œconomicus seguida por el planteo del problema. En la secció=
;n 4
se detalla la metodología de investigación adoptada, para lue=
go
proceder al análisis de los resultados. Finalmente, en la secci&oacu=
te;n
6 se concluye con la discusión de los comportamientos evidenciados y=
las
consideraciones a tener en cuanto sobre el planteo de la encuesta.
2. REVISIÓ=
;N DE LA
LITERATURA
La ruptura entre=
la
conducta del individuo y el análisis económico alcanzó=
su punto
más álgido, probablemente, con la obra de Alfred Marshall (18=
90).
En el tomo I de su libro Principios de Economía define a la
economía política como el estudio del hombre en sus actividad=
es
ordinarias. De esta manera, a partir de su concepción, ningún
aspecto del hombre y su entorno resultaban ajenos para el estudio de la cie=
ncia
económica. No obstante, el análisis de la conducta individual=
ha
sido reemplazado por el intento de comprensión y modelización=
de
la conducta colectiva. Marshall (1890) afirma:
Los primitivos
economistas ingleses quizá dedicaban demasiada atención a los
móviles de la acción individual; pero es el hecho que los
economistas, como todos los que cultivan alguna ciencia social, se ocupan
principalmente de los individuos como miembros del organismo social. As&iac=
ute;
como una catedral es algo más que las piedras que la componen, y que=
una
persona es algo más que una serie de pensamientos y sensaciones, del
mismo modo la vida de una sociedad es algo más que la suma de las vi=
das
de sus miembros individuales. (pág. 49)
A partir de all&=
iacute;,
los avances en la sistematización y conciliación de las
teorías clásicas con el marginalismo, que darán lugar =
a la
escuela neoclásica, Marshall circunscribe a la ciencia económ=
ica y
dedica parte de su obra a la defensa del análisis de un hombre real,=
no
ficticio. “…los economistas estudian las acciones de los
individuos, en relación con la vida social, más que en
relación con la vida individual, y que, por consiguiente, se ocupan =
muy
poco de las particularidades personales de carácter y
temperamento” (Marshall, 1890, págs. 50-51).
Parte del argume=
nto
esgrimido tiene sustento en los métodos que, desde ese momento y has=
ta
nuestros días, se utilizarán en la economía. La idea de
abandonar el estudio del individuo en relación con su entorno, la fo=
rma
en que puede tomar las decisiones y las razones por las cuales las mismas
pueden estar condicionadas, toma sentido a partir de la adaptación
matemática donde no se buscan resultados exactos sino lo suficientem=
ente
aceptables como para analizar resultados en función a los cambios en
determinadas variables. En línea con Marshall, Edgeworth (1881)
ensayó una defensa un tanto endeble sobre el egoísmo, tal como
fue observado por Sen (1986):
Cuando conside=
ramos
las desviaciones del “aislamiento poco amable que se supone
abstractamente en la Economía”, como decía Edgeworth,
debemos distinguir entre dos conceptos separados: i) la simpatía y i=
i)
el compromiso. El primero corresponde al caso en que el interés por
otros afecta nuestro propio bienestar. Si el conocimiento de que se tortura=
a
otros nos enferma, éste es un caso de simpatía; si no nos
enferma, pero creemos que es algo malo y estamos dispuestos a hacer algo pa=
ra
detenerlo, éste es un caso de compromiso. (pág. 187)
El
abandono del estudio del individuo abrió paso al concepto de homo
œconomicus convirtiéndolo en el estereotipo subyacente a los
modelos matemáticos de la teoría neoclásica. De esta f=
orma
se modifica el análisis de la causalidad: se abandona la noció=
;n
de comprender el comportamiento humano con el fin de entender la
economía, para entender la economía a partir de un modelo
conceptual del ser humano. Respondiendo entonces a la necesidad de construir
una entidad con estructura similar a la de los homínidos, <=
/span>es que =
John
Stuart Mill
introduce el término siguiendo, según Albou (1984), tres
fuentes filosóficas (Quintanilla Pardo & Bonavía
Martín, 2005):
·
Hedonismo=
; un
ser humano que se maneja por instintos, motivado por el placer (bien) y
buscando evitar el dolor (mal).
·
Utilitarismo; bajo
la premisa de que, aquello que es útil es valioso, los hombres son
capaces de calcular si el placer supera al dolor (Mill) y la felicidad es la
diferencia entre estos sentimientos (Bentham). A su vez, la felicidad socia=
l se
alcanza a partir de las individuales, por lo cual, una sociedad con mayor
número de ciudadanos felices, será una mejor sociedad (Bentha=
m).
·
Sensualismo;
situando a los placeres de los sentidos por encima de todo.
De la confluen=
cia de
estas fuentes surge una entidad racional, adaptativa, intertemporal y
dispositiva, que da lugar a una concepción mecanicista de la
economía y de la conducta económica. De acuerdo con Wallacher
(2003), Thaler (2018) y Quintanilla y Bonavía (2005), el homo
œconomicus se presenta como un individuo que cuenta con las siguie=
ntes
características:
1)&n=
bsp;
Individuo aislado y ego&iacut=
e;sta:
actúa en forma solitaria e independiente del resto de los individuos,
tomando sus decisiones en respuesta a su interés personal (el altrui=
smo
se acota a su entorno personal y familiar).
2)&n=
bsp;
Con preferencias definidas y
expectativas / creencias no sesgadas ni
afectadas por las disparidades culturales (universal): hecho que asegura una
capacidad cognitiva infinita, optimizando continuamente sus elecciones con =
el
fin de maximizar beneficios y minimizar costos.
3)&n=
bsp;
Racional y amnésico:
sólo se interesa por el presente y no toma en cuenta experiencias
anteriores ni cómo sus decisiones pueden afectar al futuro. La
racionalidad implica la evaluación de las preferencias y la
elección oportuna de cada una de las posibilidades a las que se
enfrenta.
Probablemente,=
uno de
los supuestos más fuertes del homo œconomicus tiene que =
ver
con la racionalidad. Esa racionalidad infinita y perfecta con la que la cie=
ncia
económica define a los individuos fue cuestionada por Simon (1955,
1957), al introducir el concepto de racionalidad acotada. En su
análisis, el autor plantea la necesidad de considerar las implicanci=
as
que, elementos como el acceso a la información, la limitación
cognitiva y la disposición de tiempo, tienen sobre la presunta
racionalidad ilimitada. Algun=
os
años más tarde, otros supuestos del homo œconomicus=
i>
fueron cuestionados no solamente en lo que refiere a la efectividad sino,
fundamentalmente, en lo que respecta al comportamiento observable de la
conducta de los individuos. En este sentido Frank (1992), recoge la
crítica a la racionalidad y cuestiona que el criterio demostrativo s=
ea
la conducta egoísta de los individuos. Si bien Smith (1759, 1776),
incluyó el análisis de la simpatía y el egoísmo,
Frank, siguiendo a otros autores, afirma que:
La gente deja =
pasar
transacciones rentables cuyos términos le parecen injustos. Los
británicos gastan enormes cantidades de dinero para defender las isl=
as
Malvinas, aunque apenas les quede imperio que defender de una futura
agresión (el escritor argentino Jorge Luis Borges comparaba la guerra
con la pelea de dos calvos por un peine). (Frank, 1992, pág. 196)
Así, es=
ta
característica distintiva del homo œconomicus parece no
tener en cuenta que los individuos persiguen otros objetivos que entran en
conflicto con el egoísmo. Si bien, autores como Friedman (1953) y Be=
cker
(1976) intentaban sostener la defensa de la racionalidad del individuo y las
bondades derivadas del uso en los resultados de los modelos económic=
os,
el daño parecía estar hecho.
A partir de ese
momento, el embate “conductista” guiado por autores como Katona
(1951, 1953), Simon (1955, 1957), Kahneman y Tversky (1979) y Thaler (2017,
2018), a fuerza de investigaciones teóricas y fundamentalmente
empíricas, no solo demostraron las debilidades del enfoque
económico actual, sino que desarrollaron modelos alternativos de
análisis del comportamiento económico de los individuos.
Wallacher (2003) presenta algunos de los resultados empíricos que se
contraponen con la teoría económica. En primer lugar, la
racionalidad es restringida (demostrada en los estudios de Simon y la
introducción del satisficing man[5]), dejando en
evidencia que la evaluación racional y la elección no
necesariamente deben coincidir. En segundo lugar, el afán de lucro es
restringido al verse comportamientos de reciprocidad (idea de un homo
reciprocans en contraposición al homo œconomicus) y
observarse, más allá de su entorno cercano, acciones en pos de
los intereses comunitarios en lugar de los particulares. Por último,=
los
resultados empíricos determinan que los individuos no reaccionan
sistemáticamente a cambios en las restricciones provocados por
estímulos externos, definiendo la existencia de motivaciones
intrínsecas. Así, según sus palabras, “…el=
homo
œconomicus tendrá que acostumbrarse a compartir protagonismo
con instrumentos alternativos de análisis, tales como el satisfic=
ingman
o el homo reciprocans, que lo completan y, dado el caso, lo
corrigen…” (Wallacher, 2003, pág. 9).
Contraponi&eac=
ute;ndose
a la motivación puramente egoísta del accionar humano, Zamagni
(1996) introduce la noción de conductas prosociales que, sin ser
necesariamente altruistas, favorecen la construcción de agrupaciones=
sociales.
Pena López y Sánchez Santos (2006), acuñan la idea y
avanzan en la distinción entre altruismo fuerte y altruismo
débil. En sus palabras:
El primero es =
un
comportamiento voluntario que beneficia a otra persona o personas, siempre y
cuando no se realice con la expectativa de recibir una recompensa o evitar =
un
castigo. Por su parte, el altruismo débil consiste en un sacrificio
individual que recibe, indirectamente o a largo plazo, los beneficios de los
esfuerzos individuales. (Pena López & Sánchez Santos, 200=
6,
págs. 4-5)
Sobre este pun=
to cabe
aclarar que, si bien el acto altruista carece de un referente preciso,
-implicando una ayuda aparentemente desinteresada-, la mayor recompensa
podría asociarse al sentirse bien con uno mismo, ya sea por
simpatía hacia el otro o bien, por un deber moral o compromiso de or=
den
social.
Otra noci&oacu=
te;n en
conflicto entre la economía y la psicología económica =
se
deriva de los llamados bienes públicos. Un bien público se
caracteriza por la universalidad del consumo y la no disminución del
consumo de los demás. Es decir, todos lo pueden consumir sin disminu=
ir
el consumo del resto, y a su vez, los bienes públicos no son
susceptibles de ser privados a los consumidores. La economía tradici=
onal
ha sido clara desde el principio del análisis respecto a este tipo de
bienes, es imprescindible la intervención del Estado, ya que, al ser
bienes que pueden consumirse de manera gratuita, no se formarán merc=
ados
para estos bienes ya que no habrá consumidores dispuestos a pagar por
los mismos. Por supuesto, los contraejemplos abundan en la realidad, como e=
s el
caso de los voluntariados, donde muchas personas se comportan en forma
cooperativa, incluso cuando se alejan de sus propios intereses. Animados po=
r la
idea de Thaler (2018), de que los Factores Supuestamente Irrelevantes para =
el
comportamiento económico según la teoría clásic=
a,
no lo son tanto, nos cuestionamos acerca de la noción de altruismo a=
nte
la emergencia sanitaria mundial y el consecuente impacto económico a
nivel nacional.
3. PLANTEO DEL P=
ROBLEMA
En el marco de=
una
crisis económica prolongada con pérdida de puestos de trabajo=
e
incremento de la pobreza, hoy profundizada debido a la pandemia del
Coronavirus, la sociedad argentina observa con preocupación, casi
“atada de manos”, el sufrimiento de sectores económicos
inmensos en la incertidumbre de una futura reconstrucción nacional.
Según la medición del Observatorio Social de la UCA,
correspondiente al primer trimestre de 2020, el indicador de la pobreza
alcanzó el 45%, habiendo trepado entre 5 y 6 puntos como consecuencia
del impacto económico de la paralización de las actividades
generada por el aislamiento social decretado por el gobierno. Creemos que la
consecuente preocupación colectiva constituye la coyuntura adecuada =
para
la respuesta honesta, lo que nos permitiría inferir conductas en
desvío del egoísmo implícito en la racionalidad
económica, a la vez de mostrar que el agente está lejos de te=
ner
un accionar aislado y ser amnésico. A su vez, la oportunidad del
contexto coyuntural deja expuesta la no universalidad del modelo.
Buscando respo= nder la pregunta acerca de si los argentinos, ante esta circunstancia, presentan comportamientos compatibles con el homo œconomicus o si, por el contrario, revelan conductas prosociales y valores altruistas, se realizó una encuesta como fuente de recolección de datos para= el estudio del comportamiento. En ésta, se proponía la contribución con trabajo voluntario y/o dineraria a dos proyectos: <= o:p>
· =
Abrir
un merendero/comedor en el barrio con mayor índice de pobreza, con
capacidad para dar almuerzo y merienda a 1000 niños que, ademá=
;s,
podrán llevar a sus hogares cena y desayuno.
· =
Instalar
un centro de vacunación para COVID-19, gratuito y ambulatorio, con 5
móviles.
Se asoci&oacut=
e;
cualquier contribución al proyecto del merendero con un comportamien=
to
prosocial altruista, motivado por simpatía o deber moral (sin que pu=
eda
ser precisado), de tipo fuerte. Por otra parte, las elecciones dirigidas al
vacunatorio se tomaron como altruismo débil, derivado de la expectat=
iva
de ser favorecido personal y colectivamente, una vez que sea controlada la
enfermedad. Podría tratarse de reciprocidad indirecta, pero no estam=
os
en condiciones de aseverar en qué medida aquellos que valoran el vac=
unatorio
especulan con obtener “favores” directos de la “cadena=
221;[6].
4. OBJETIVOS Y M=
ETODOLOGÍA
OBJETIVO
GENERAL:
Verificar si existen desvíos del comportamiento esperado de un ho=
mo
œconomicus, evidenciando valores alejados del egoísmo, en
particular, altruismo o conducta pro-social a través de la
disposición a contribuir a un bien público.
OBJETIVOS
ESPECÍFICOS:
1.&n=
bsp;
Identificar si existen difere=
ncias
en la disposición a contribuir entre personas de distinto gén=
ero,
considerarlas y proponer posibles causas de lo observado con base en concep=
tos
de psicología económica.
2.&n=
bsp;
Identificar si existen difere=
ncias
en la disposición a contribuir entre personas de distintas edades,
considerarlas y proponer posibles causas de lo observado con base en concep=
tos
de psicología económica.
3.&n=
bsp;
Identificar si existen difere=
ncias
en la disposición a contribuir entre personas de distintos lugares de
residencia, considerarlas y proponer posibles causas de lo observado con ba=
se
en conceptos de psicología económica.
4.&n=
bsp;
Identificar si existen difere=
ncias
en la disposición a contribuir entre personas con distintos niveles =
de
formación académica, considerarlas y proponer posibles causas=
de
lo observado con base en conceptos de psicología económica.=
span>
5.&n=
bsp;
Identificar si existen difere=
ncias
en la disposición a contribuir entre personas con distintas ocupacio=
nes,
considerarlas y proponer posibles causas de lo observado con base en concep=
tos
de psicología económica.
6.&n=
bsp;
Identificar si existen difere=
ncias
en la disposición a contribuir entre personas que manifiestan
habitualidad en aportes a propuestas altruistas y personas que no manifiest=
an
esa habitualidad, considerarlas y proponer posibles causas de lo observado =
con
base en conceptos de psicología económica.
7.&n=
bsp;
Vincular la disposició=
n a
contribuir de los individuos en base a su interpretación del concept=
o de
Estado (responsabilidades y alcances del mismo). Considerar si existen
diferencias significativas en su percepción de los bienes púb=
licos,
considerarlas y proponer posibles causas de lo observado con base en concep=
tos
de psicología económica.
8.&n=
bsp;
Verificar si existen incentiv=
os a
modificar las decisiones de contribución en términos de
influencia social, específicamente mediante la comparación co=
n la
predisposición a contribuir de los pares o punto de referencia.
9.&n=
bsp;
Verificar si existen incentiv=
os a
modificar las decisiones de contribución en términos de
influencia social, específicamente mediante un incentivo
simbólico (reconocimiento).
10.&=
nbsp; &nbs=
p;
Comprobar si la intenci&oacut=
e;n de
contribución es lo suficientemente fuerte como para avanzar en la
efectivización de esta, mediante la simulación de una instanc=
ia
de aporte real.
A
los fines del cumplimiento de objetivos, se inició desarrollaron tar=
eas
a saber:
ü En primer lugar,
se hizo un buceo bibliográfico siguiendo un esquema de búsque=
da
por ejes temáticos, dividiendo en dos el proceso de análisis:=
por
un lado, todo lo referente a la caracterización del homo
œconomicus y sus limitantes desde la perspectiva de la psicolog&ia=
cute;a
económica; y por otro lado, todo lo referente a los factores que
influyen en los comportamientos de los actores sociales, haciendo especial
énfasis en estudios que muestren influencia de factores
demográficos, socio-culturales y psicológicos;
ü En segundo<=
/u>
lugar, se efectuó el diseño de un relevamiento de campo, medi=
ante
el formato de encuesta anónima online, donde se incluyeron doce
preguntas, contemplando todas las aristas del problema mencionado. A los fi=
nes
de la estructuración de la herramienta de relevamiento, se sigui&oac=
ute;
el siguiente criterio: las siete primeras preguntas muestran posibles varia=
bles
de segmentación de comportamientos (demográficas,
económicas, de formación, etc.), las tres preguntas centrales
muestran la disposición a contribuir (económicamente o median=
te
voluntariado) y las dos preguntas finales orientadas a verificar
intención de cambios en la conducta en respuesta a influjos externos
(sesgo de anclaje y reconocimiento social, así como evaluar el funci=
onamiento
de un nudge[7]). Una vez fin=
alizada
la encuesta, se invitaba al participante a hacer efectiva su
contribución mediante un link, con el propósito de distinguir=
la
conformidad pública que motiva a responder lo que se supone correcto
socialmente, de la aceptación privada que se manifiesta en la verdad=
era
voluntad de contribuir;
ü En tercer=
u>
lugar, se procedió al relevamiento de campo, mediante la difusi&oacu=
te;n
del cuestionario por distintos medios, accediendo a un total de 1022
encuestados, divididos en dos instancias de toma de datos;
ü En cuarto=
u>
lugar, se procedió a la tabulación de los datos empleando
diferentes técnicas en virtud los distintos tipos de datos obtenidos=
y
filtrando los mismos en consistencia con las distintas aristas definidas; <=
u>Finalmente,
se realizaron las conclusiones pertinentes, las cuales pretenden mostrar una
faceta diferente de los estudios vinculados a la pandemia COVID-19, dado que
vincula la coyuntura con uno de los conceptos más ampliamente discut=
idos
en el ámbito de las ciencias económicas.
5. RESULTADOS
RELEVANTES DEL TRABAJO DE CAMPO: EL HOMO ŒCONOMICUS EN SU LABERINTO
La discusi&oac=
ute;n
parte de identificar las respuestas esperadas desde la mirada del homo œconomicus. En el caso d=
el
merendero se anticipa una predisposición nula a contribuir, ya que el
entrevistado, al no hacer uso de este, carece de interés personal po=
r no
recibir beneficio alguno.
Por su parte se
esperan contribuciones bajas e incluso nulas (free ridin=
g) para el caso=
del
vacunatorio. La diferencia entre ambos proyectos es que, en este últ=
imo,
el entrevistado recibe un beneficio directo mediante la inmunización=
y
otro indirecto por el control de la enfermedad. La conducta de free rider se justifica en la imposibili=
dad de
excluir de la vacunación a quienes no hayan contribuido (caracter&ia=
cute;stica
de los bienes públicos). Esto lleva a que la conducta óptima,=
-si
se restringe la maximización al interés individual-, sea obte=
ner
el beneficio sin realizar la contribución, es decir, dejando que los
otros enfrenten el costo de financiar el centro de vacunación y luego
hacer uso de este.
A continuaci&o=
acute;n,
se presenta el análisis por característica de la poblaci&oacu=
te;n
bajo estudio, observando los resultados obtenidos en función de las
interrogantes planteadas en la sección metodología de la inve=
stigación.
5.1.
RESULTADOS GENERALES DEL RELEVAMIENTO
En principio e
independientemente de los aspectos de caracterización
socioeconómica de los sujetos encuestados, se observaron los resulta=
dos
disponibles en el Gráfico 1[8] en lo que respecta a l=
a disposición
a contribuir, forma de contribución y rangos de aporte. Del total
encuestado, el 68% se mostró dispuesto a contribuir con voluntariado=
y
el 32%, no. Del total, el 43% manifestó disponibilidad para trabajar=
en
ambas propuestas, el 21% sólo en el merendero mientras que un reduci=
do
4% únicamente participaría en el vacunatorio.
Respecto de la
disposición a contribuir económicamente, ya sea realizando
contribuciones dinerarias (Gráfico 2) y de la correspondiente a
contribuir económicamente, en general y por proyecto (Gráfico=
3),
del total de los entrevistados (1022), el 65% mostró
predisposición a contribuir monetariamente en los proyectos propuest=
os.
De estos 665 potenciales contribuyentes, el 67% muestra voluntad de contrib=
uir
en ambos, el 28% exclusivamente en el merendero, y tan solo un 5% limita su
contribución al vacunatorio. Si bien la mayoría se muestra
proclive a la cooperación sin distinguir entre las propuestas, no es
poca la diferencia entre aquellos que se inclinan a favor del merendero en
detrimento del vacunatorio.
Estas respuest=
as
muestran a priori, preferencias alejadas del interés egoísta =
que
proclama el homo œconomicus. A su vez, dentro de la conducta
prosocial revelada, el hecho de que haya mayor predisposición a
contribuir al merendero que al vacunatorio (85% vs 15%), muestra una mayor
inclinación hacia el altruismo que al accionar grupal para garantiza=
r la
realización de un bien público del cual se beneficiarí=
an
individualmente. Esto pareciera reflejar que en un ámbito en el que =
la
interacción con otros es más directa, -en este caso por la
necesidad de cooperación-, aflora el individualismo y priman las
conductas de free rider. A esto se le =
suma el
hecho de que contribuir a un merendero es algo conocido por el entrevistado,
mientras que el centro de vacunación implica la incertidumbre de su
ejecución y hasta el desarrollo exitoso de la vacuna. No obstante, a=
ntes
de caracteriza esta conducta como altruista puede debatirse si el saberse
buenas personas no implica en realidad un incremento en la utilidad propia.=
En
ese caso, estaríamos confundiendo altruismo puro con satisfacci&oacu=
te;n
moral o, lo que es lo mismo, altruismo puro e impuro.
De ser as&iacu=
te;, el
encuestado se acercaría más al homo œconomicus
maximizador de utilidad individual, que al ser benévolo abnegado al
beneficio del otro. Lamentablemente, el planteo de la encuesta no permite
discernir motivaciones por lo que toda contribución al merendero se =
la
considera como desvió de la conducta esperada.
Al preguntar s=
obre el
monto dispuesto a contribuir (Gráfico 4), la mayoría (55%) el=
ige
la opción más baja con una contribución de hasta $300
mensuales. Le sigue la opción entre $301 y $600 con el 23% de
respuestas, y finalmente el 10 y 12% que optan, respectivamente, por un mon=
to
entre $601 y $900 y más de $900.
5.2. RESIDENCI=
A, EDAD
Y GÉNERO
5.2.1. RESULTA=
DOS
GENERALES DEL RELEVAMIENTO, DISTRIBUCIÓN DE LA MUESTRA POR RESIDENCI=
A,
EDAD Y GÉNERO
El relevamiento
segmentó la muestra en tres grandes zonas de residencia: CABA, Provi=
ncia
de Buenos Aires e Interior del país. Del total de 1022 encuestados, =
el
43% fueron personas de Provincia de Buenos Aires, el 30% residentes de CABA=
y
el 27% del Interior del país (Gráfico 5). Casi el 50% de los
encuestados son menores a 35 años de edad y el 33% tiene entre 35 y =
50
años, mientras que el 67% de la población estudiada es mujer
(Gráfico 5).
5.2.2. RESULTA=
DOS
COMPARATIVOS, CONTRIBUCIONES SEGMENTADAS POR RESIDENCIA, EDAD Y GÉNE=
RO
5.2.2. A. VARI=
ABLE
LUGAR DE RESIDENCIA – DIFERENCIAS DE COMPORTAMIENTO
Al comparar las
contribuciones de los sujetos como voluntarios (Gráfico 6) o con
contribución dineraria (Gráfico 7), dada la condición =
de
que la persona resida en uno u otro lugar se encontró que el porcent=
aje
de “NO ME INTERESA” dentro de los encuestados de CABA y Provinc=
ia
de Buenos Aires es 20 puntos mayor a la misma respuesta en el interior del
país (Gráfico 6).
Si bien, a par=
tir de
esto, no es posible afirmar que en el interior la gente hace más
“voluntariado”, si se pudiera vincular con estudios que muestran
que los lugares más chicos, con más lazos entre los habitante=
s,
tienen mayor predisposición a refutar el concepto de homo
œconomicus. Esto en el marco de la influencia dual que existe entre
entorno e individuo a la hora de la toma de decisiones, como indica el
Paradigma de causación dual de Lea, Tarpy y Webley (1987).
El comportamie=
nto
cuando el aporte debe realizarse económicamente (Gráfico 7),
sigue mostrando mayor porcentaje de “NO ME INTERESA” dentro de =
los
encuestados de CABA y Provincia de Buenos Aires, pero, además, los
“no me interesa” del interior del país se incrementan. Es
decir, hay más respuestas pro-contribución en el interior del
país (ya sea con trabajo o con aporte económico) y esa
predisposición al aporte se incrementa aún más en el
interior, cuando el aporte es exclusivamente como voluntario. En los casos =
de
Provincia de Buenos Aires y CABA, la predisposición es muy similar se
trate de aporte económico o como voluntario.
Al analizar el=
rango
de contribuciones entre aquellas personas que tuvieron predisposició=
n a
realizar aportes, no se observan variaciones significativas (Gráfico=
8).
Dentro del universo de personas dispuestas a contribuir, la mayoría =
lo
haría en el tramo inferior (hasta $300,00), independientemente de qu=
e se
trate de residentes en Provincia de Buenos Aries, CABA o el interior del
país.
5.2.2. B. VARI=
ABLE
EDAD – DIFERENCIAS DE COMPORTAMIENTO
Si bien hay es=
tudios
en el área de psicología cognitiva que demuestran que el sent=
ido
de justicia y el altruismo surgen con tan solo 15 meses de edad, tambi&eacu=
te;n
existen investigaciones que muestran un comportamiento más
egoísta e imperativo al goce por parte de los jóvenes,
característica que los vuelve menos colaboradores en consignas que no
sientas ajenas a ellos mismos. En el caso de este relevamiento se plantearon
cuatro tramos de edad, siendo solo el primer tramo (hasta 35 años) el
que se entendería menos beneficiado por la vacunación y del q=
ue
se esperaría una menor predisposición a contribuir en los
proyectos mencionados ut-supra.
Al contrario d=
e la
expectativa descripta, se encuentra una relación inversa entre edad y
disposición a colabora con voluntariado (Gráfico 9). De hecho=
, la
respuesta “NO ME INTERESA” pasa de representar el 25%, en el tr=
amo
de menores de 35 años, a representar el 65% de las respuestas de los
mayores de 65 años.
En los tramos
intermedios, se podría interpretar que son personas en edad econ&oac=
ute;micamente
activas y que no disponen de tiempo para hacer voluntariado.
En todos los t=
ramos se
observa mayor predisposición a contribuir económicamente que a
hacerlo mediante el voluntariado (Gráfico 10). Sin embargo, la tende=
ncia
a incrementar las respuestas negativas, mediante se avanza en edad se manti=
ene,
es decir, cuando en el tramo de más baja edad tenemos un porcentaje =
de
34% de encuestados que no quieren contribuir, esa misma respuesta asciende =
a un
52% en el tramo de mayores a 65 años.
Al respecto del
promedio de aporte económico, dentro de los encuestados dispuestos a
contribuir: En este punto, por una cuestión de relevancia, se
considerarán solo los extremos de edad (menores de 35 años y
mayores de 65 años).
Se observa que=
el
tramo de mayor edad está dispuesto a hacer aportes mayores, lo que p=
uede
asociarse a una mayor disponibilidad económica, de ese segmento de
encuestados, pero no es un aspecto que se pueda afirmar, en virtud de que n=
o se
hizo ninguna pregunta de nivel de ingresos en el cuestionario (Gráfi=
co
11).
Lo que s&iacut=
e; se
puede concluir es que entre los jóvenes hay mayor predisposici&oacut=
e;n
a contribuir, pero con importes sensiblemente menores a los mayores.
5.2.2.
C. VARIABLE GÉNERO – DIFERENCIAS DE COMPORTAMIENTO
Según u=
na
publicación del diario EL PAIS, que cita al sociólogo
francés François de Singly (Redondo, 2000), las mujeres
serían más individualistas, pero más altruistas al mis=
mo
tiempo. Así mismo es una suerte de creencia o mito contemporá=
neo
el entender que el género femenino se encuentra más predispue=
sto
a la realización de contribuciones, a los fines de esa
constatación es que se incluyó una pregunta relativa al
género, para vincularla con las contribuciones. Si bien se definieron
cuatro categorías (Mujer, Hombre, Otros y Prefiero no decirlo), el
análisis se presenta para las categorías binarias tradicional=
es
ya que las otras dos no resultaron representativas en la muestra (4 respues=
tas
de 1022).
Efectivamente =
se
observa mayor predisposición a contribuir como voluntarios en el seg=
mento
de mujeres (Gráfico 12). Si tomamos el total de aportes, en una o am=
bos
proyectos, las mujeres se disponen como voluntarias en el 72% de los casos y
los hombres lo hacen en el 61%. Es decir que tenemos un 10% más de
comportamiento altruista o solidario en el segmento de mujeres (cuando la
contribución es trabajo como voluntario).
Cuando el apor=
te es
económico, la predisposición femenina a contribuir disminuye
(pasando de 71% a 64%) y la masculina se incrementa (pasando e 61% a 67%),
revirtiendo el resultado de punto anterior (Gráfico 13). Si bien la
diferencia entre hombres y mujeres en este punto es menor que en el anterio=
r,
el cambio podría responder a un sesgo, a raíz del cual las
mujeres observen como más productivo el aporte mediante trabajo (no
remunerado) y los hombres el aporte económico. O quizás, se t=
rate
de una contemplación para analizar en el marco del sistema paternali=
sta
en el que nos desarrollamos.
En relaci&oacu=
te;n a
los promedios de aportes, se puede destacar que el segmento de hombre prese=
nta
mayor porcentaje que las mujeres en aportes mayores a $900,00 como ú=
nico
aspecto a distinguir (Gráfico 14).
5.3.
NIVEL EDUCATIVO Y OCUPACIÓN
5.3.1.
RESULTADOS GENERALES DEL RELEVAMIENTO, DISTRIBUCIÓN DE LA MUESTRA POR
NIVEL EDUCATIVO Y OCUPACIÓN
En primer luga=
r, se
caracteriza la muestra en relación a la actividad y el nivel educati=
vo.
Más del 70% de los encuestados han cursado o cursan estudios de nivel
superior (terciario o universitario), mientras que el 23% de la muestra cue=
nta
con nivel educativo medio (secundario). Menos del 1% corresponde a estudio
iniciales (3 casos).
Adicionalmente=
, en
relación a la actividad encontramos la siguiente distribución:
alrededor del 51% trabaja en relación de dependencia, el 25% son
estudiantes, el 19% está formado por independientes, el 3% se encuen=
tra
desocupado al momento de realizar la encuesta y el 2% son jubilados
(Gráfico 15).
5.3.2.
RESULTADOS COMPARATIVOS, CONTRIBUCIONES SEGMENTADAS POR NIVEL EDUCATIVO Y
OCUPACIÓN
5.3.2.A.
VARIABLE NIVEL EDUCATIVO – DIFERENCIAS DE COMPORTAMIENTO
En lo que resp=
ecta al
nivel educativo y la disposición a contribuir con trabajo voluntario=
, se
encontraron resultados similares entre educación media y superior
(Gráfico 16). Se ha excluido el análisis de educación
inicial por no ser estadísticamente significativa. Así, la
diferencia en el nivel educativo parece no correlacionar con la
disposición al voluntariado, como se presenta en los gráficos=
a
continuación.
Existe poco m&=
aacute;s
del 30% de los encuestados que no están dispuestos a colaborar con su
trabajo en la realización de las propuestas, mientras alrededor del =
44%
que estarían dispuestos a colaborar en ambos proyectos voluntariamen=
te.
Existe diferencia en la elección de las propuestas. Mientras 21% rea=
lizaría
un voluntariado en el merendero, sólo el 4% lo realizaría en =
el
vacunatorio.
En cierta mane=
ra, la
preferencia de los individuos revela que los encuestados, al realizar
sólo una propuesta, se inclinan por el merendero en detrimento al
vacunatorio. Resulta complejo descontextualizar y analizar una respuesta sin
tener en cuenta todas las etapas de la encuesta. Sin embargo, la preferencia
por el comportamiento altruista fuerte es mayor a la colaboración pa=
ra
un bien público cuando las alternativas son excluyentes. En este sen=
tido,
mientras el comportamiento altruista aleja la concepción de homo
œconomicus en el sentido tradicional, en lo que respecta a la
provisión de un bien público persiste la actitud de free rider.
Las contribuci=
ones
dinerarias de acuerdo con el nivel educativo muestran algunas variaciones q=
ue
merecen ser comentadas (Gráfico 17). Los encuestados con
educación media no están dispuestos a contribuir en ninguna de
las dos propuestas (44%), mientras que los individuos con educación
superior no están dispuestos a realizar contribuciones monetarias en=
un
32%. Esta diferencia sustancial explica también las diferencias entre
los niveles educativos que están dispuestos a colaborar en ambos
proyectos: mientras educación secundaria se ubica en torno al 40%, l=
os
que cuentan con educación terciaria o universitaria se ubican en el =
46%.
Nuevamente, cuando los proyectos son mutuamente excluyentes, los individuos
escogen el merendero (15% educación secundaria y 19% educación
universitaria) en lugar del vacunatorio (2% secundario y 3% universitario).=
Como el caso a=
nterior,
no existen diferencias significativas en la variable educación a la =
hora
de realizar contribuciones como voluntario o dinerarias. Así, el
comportamiento egoísta característico del homo œconom=
icus
se contempla en poco menos de la mitad de los encuestados, independientemen=
te
del nivel educativo que posean. Asimismo, existe una relación marcada
entre la colaboración a partir de un acto altruista (merendero) y un
comportamiento derivado de la teoría tradicional como es la
provisión de un bien público (vacunatorio). De acuerdo con la
teoría tradicional, ninguna persona colaboraría para la
provisión de un bien público y podría disfrutar de sus
beneficios ya que no colaborar no es condición para prohibir su uso o
consumo.
En cuanto al r=
ango de
aporte de acuerdo con el nivel alcanzado, se evidencian diferencias en los
aportes de acuerdo al nivel educativo alcanzado (Gráfico 18). Los que
cuentan con estudios superiores están dispuestos a colaborar para ra=
ngos
mayores. Si bien en ambos casos predomina el aporte dinerario mínimo
(hasta $300), los encuestados con educación media se ubican 8 puntos
porcentuales (p.p.) por encima de aquellos que cuentan con educación
terciaria o universitaria. En el rango de $301-$600, no hay diferencias
ubicándose ambos en el 23%. En rangos de contribución mayor, =
los
individuos con mayores estudios están 3 p.p. y 5 p.p. por encima de =
los
individuos de educación media para los rangos entre $601-$900 y mayo=
res
a $900, respectivamente.
El comportamie=
nto de
los individuos tiende a ser equiparable si se tiene en cuenta la idea que, =
en
términos generales, aquellos que tienen un mayor nivel educativo pos=
een mayores
ingresos. Así, si bien las diferencias pueden parecer representativas
para los distintos niveles educativos, también podrían serlo =
sus
ingresos y su disposición para aportar un porcentaje de ingresos pue=
de
encontrarse afectado por esta situación.
5.2.2.B.
VARIABLE OCUPACIÓN – DIFERENCIAS DE COMPORTAMIENTO
Los encuestado=
s fueron
segmentados por actividad en las siguientes categorías: estudiantes,
desempleados, jubilados, empleados en relación de dependencia e
independientes (Gráfico 19). Como es de esperar, el tipo de actividad
influye en la colaboración con trabajo, contribución dinerari=
a y
el rango de contribución dineraria. Sin embargo, resulta interesante
verificar las preferencias por los proyectos presentados.
De acuerdo con=
los
datos del gráfico precedente, entre el 43% de los encuestados que
están dispuestos a contribuir con trabajo en ambos proyectos, alrede=
dor
del 80% está explicado por los estudiantes y empleados en
relación de dependencia, los desocupados y jubilados representan el =
4% y
el restante está determinado por los independientes.
En cuanto a la
contribución dineraria por rubro de actividad, un 50% de los emplead=
os
en relación de dependencia están dispuestos a contribuir
monetariamente en ambos proyectos, mientras que alrededor del 28% no
está dispuesto a realizar contribuciones monetarias (Gráfico =
20).
Nuevamente, como en el caso de nivel educativo, se evidencia una preferencia
por el merendero con alrededor de 17 p.p. entre éste y el vacunatori=
o.
En el caso de =
los
independiente, alrededor del 40% está dispuesto a contribuir en los =
dos
proyectos y un número similar no está dispuesto a hacerlo.
Existen 10 p.p. de diferencia entre merendero y vacunatorio. El caso de los
jubilados se comporta de la manera prevista. Un 60% no realiza aportes
monetarios y un 20% en ambos. El proyecto del merendero tiene 10 p.p. de
diferencia por sobre el vacunatorio. El caso de los estudiantes tambi&eacut=
e;n
se comporta de la manera esperada. Más del 40% declaró no est=
ar
dispuesto a realizar aportes monetarios y un 38% en ambos proyectos. La
diferencia entre vacunatorio y merendero es de 16 p.p.
Así, de=
manera
análoga al nivel educativo, se encuentra una preferencia sobre el
merendero por sobre el vacunatorio cuando ambas preferencias son excluyente=
s.
Al respecto del
promedio de aporte económico según actividad (Gráficos=
23y
24), el mayor rango de aporte entre cualquier rubro de actividad ronda en l=
os
$300. Curiosamente, existen más personas (independientemente su
actividad) que están dispuestas a aportar más de $900 que el
rango anterior (entre $601-$900). En cada caso, sobresale en aporte el empl=
eado
en relación de dependencia. Probablemente la seguridad de ingresos y=
la
prohibición de despidos no afecte de manera directa a este nivel de
actividad.
Los independie=
ntes,
mayores damnificados por la situación actual, reducen su
participación incluso sobre los estudiantes (donde la mayoría=
de
ellos no cuenta con ingresos genuinos). El caso de los jubilados es de
resaltar, ya que el 40% se ubica dentro del segundo rango de aportes
($301-$600), mostrando un comportamiento prosocial y altruista.
En este punto,=
es
importante preguntarnos por los factores que determinan la inclinació=
;n
por el merendero en detrimento del vacunatorio cuando ambos proyectos son
mutuamente excluyentes. En primer lugar, si bien los dos son considerados
bienes públicos, se observa un comportamiento altruista fuerte en el
merendero (donar y/o participar sin esperar retribución por ello) y =
un
altruismo débil en el caso del vacunatorio (donar o participar esper=
ando
una retribución en el futuro). Ambos proyectos han sido de suma
importancia para los encuestados, sin embargo, el merendero se asocia
directamente con la niñez y la adolescencia. De alguna forma, los
sectores más desprotegidos. En cambio, el vacunatorio que pueda apli=
car
dosis para hacer frente al virus COVID-19 se asocia con aquellas franjas
etarias de riesgo (adultos mayores o enfermedades preexistentes). De esta
manera, el comportamiento altruista parece mudar a una especia de altruismo
selectivo, ya que los individuos se solidarizan más con los má=
;s
jóvenes que con los adultos. Soros afirmó que uno no tiene cu=
lpa
de nacer pobre, pero sí tiene la culpa de morirse pobre. Así,=
el
altruismo fuerte y el comportamiento prosocial se puede vincular con los se=
ctores
más desprotegidos y afectados por la pobreza. El comportamiento
compasivo no se verifica en el caso del vacunatorio, aun cuando exista la
posibilidad de hacer uso de dicho bien público con mayor probabilidad
que la utilización del merendero.
Por otro lado,=
los
mapas mentales pueden asociar al merendero con un organismo no gubernamenta=
l, a
partir de asociaciones sin fines de lucro. En cambio, el vacunatorio tiene
relación directa con la provisión estatal. De esta manera, el
descreimiento de los individuos con la función pública y las
provisiones que de ella se desprenden pudo ser determinante a la hora de la
decisión entre ambos.
5.4.
PARTICIPACIÓN EN INSTITUCIÓN DE AYUDA SOCIAL Y VALORACI&Oacut=
e;N
SOBRE LA EXISTENCIA DE INICIATIVAS CIUDADANAS PROSOCIALES
5.4.1.
RESULTADOS GENERALES DEL RELEVAMIENTO, DISTRIBUCIÓN DE LA MUESTRA
SEGÚN SU PARTICIPACIÓN EN INSTITUCIÓN DE AYUDA SOCIAL Y
SEGÚN SU VALORACIÓN SOBRE LA EXISTENCIA DE INICIATIVAS CIUDAD=
ANAS
PROSOCIALES
Los resultados
obtenidos se filtraron a su vez en función de si los encuestados
participan o han participado de alguna institución de ayuda social, =
o si
no tienen esta experiencia. Del total de 1022 encuestados, 998 respondieron
esta pregunta, siendo un 43% el que participa o participó de alguna
institución de ayuda social y el 57%, no (Gráfico 25). Estos
resultados indicarían una presencia significativa de valores altruis=
tas
permanentes.
Los resultados
obtenidos en función de la valoración que hacen los encuestad=
os
respecto de la existencia de este tipo de iniciativas ciudadanas fueron los=
siguientes:
de 1022 encuestados, 993 respondieron esta pregunta, de los cuales el 71%
considera que siempre deben existir este tipo de proyectos, el 12% est&aacu=
te;
también de acuerdo con su existencia, pero solamente en circunstanci=
as
de la gravedad de esta pandemia, y sólo el 17% considera que el Esta=
do
debe ocuparse de estas problemáticas ya que los ciudadanos colaboran
suficientemente con el pago de impuestos; esto significa que el 83% concuer=
da
con estas propuestas privadas.
5.4.2. RESULTA=
DOS
COMPARATIVOS, CONTRIBUCIONES SEGMENTADAS POR EXPERIENCIA EN AYUDA SOCIAL Y =
POR
VALORACIÓN DE INICIATIVAS CIUDADANAS PROSOCIALES
5.4.2.A. VARIA=
BLE
PARTICIPACIÓN EN INSTITUCIONES DE AYUDA SOCIAL – DIFERENCIAS DE
COMPORTAMIENTO
Como se espera=
ba, la
predisposición a participar con voluntariado es mayor entre los que
tienen una experiencia en alguna institución de ayuda social, sumand=
o el
75% entre todas las opciones, mientras los que no tienen actividad previa,
están dispuestos a colaborar con trabajo en un 64%, porcentaje
igualmente elevado (Gráfico 26). En el caso de los primeros, el 51%
manifiestan su deseo de participar en ambas propuestas, pero esto se reduce=
al
38% entre los segundos, mientras que en ambos grupos el 21% de los encuesta=
dos
preferirían colaborar con trabajo sólo en el merendero.
Notoriamente bajo (incluso, irrelevante) es el resultado obtenido respecto =
de
la propuesta del vacunatorio móvil en forma individual (que no super=
a al
5% de los encuestados en ninguno de los subgrupos); en consecuencia, se evi=
dencia
una mayor preocupación por la problemática de la pobreza (que
reúne el 72% de las contribuciones con trabajo, en forma compartida =
con
el vacunatorio más aislada entre los que tienen una experiencia prev=
ia,
o el 59% entre los que no), considerado reflejo de altruismo, fuerte
marcadamente superior a lo que podría tomarse como expresión =
de
altruismo débil, es decir, el proyecto del centro de vacunació=
;n
móvil (que en el primer grupo obtiene el 54% y en el segundo, el 43%=
, al
sumar la elección de ambos proyectos con el vacunatorio único=
; el
último agrega solamente 3 p.p. y 5 p.p., respectivamente).
Al preguntarse=
por la
disposición a realizar una contribución económica para
poder dar inicio a estos proyectos (aclarándose que no podrán
concretarse si no se cuenta con un monto mínimo reunido entre person=
as
comunes), baja levemente la disposición a colaborar en ambos grupos
(Gráfico 27); en el caso de los que tienen una experiencia de
colaboración con una institución de ayuda social, ahora, el 7=
1%
está dispuesto a colaborar de alguna forma, y entre los que no tienen
experiencia previa, el 60% manifiesta voluntad de contribuir (en ambos caso=
s,
subió en 4 p.p. la porción de aquellos que no están
interesados en contribuir económicamente, respecto del voluntariado).
Esto significa que el tiempo no tiene una restricción superior al
ingreso monetario, posiblemente debido a la circunstancia extendida de
cuarentena y a la participación significativa de estudiantes en la
muestra (25%).
Entre los inte=
grantes
del primer grupo, la merma se distribuye en forma pareja entre las distintas
opciones de colaboración, y aproximadamente la mitad continúa
manifestando voluntad de contribución económica con ambos
proyectos (similar al voluntariado). Dentro del segundo grupo, pasa algo
diferente; si bien es mayor el porcentaje de no interesados en contribuir
económicamente con ninguna propuesta (elección que sube 4 p.p=
.),
ahora el 40% manifiesta su voluntad de contribuir económicamente con
cualquiera de las dos, levemente por encima de la opción de colaborar
trabajando (elección que sube 2 p.p.).
Si bien en amb=
os
grupos la disposición a contribuir económicamente está=
por
debajo de la correspondiente a contribuir con trabajo voluntario, se mantie=
ne
una composición similar entre propuestas, imponiéndose la
voluntad de colaborar a la de no hacerlo; en el caso de los que tienen algu=
na
experiencia previa de colaboración, la mitad está dispuesto a
colaborar con cualquier propuesta, y entre los que no tienen una experiencia
previa, se equipara la disposición a colaborar con cualquier propues=
ta
con la de no colaborar con ninguna. Por último, en ambos casos la
propuesta del merendero se impone claramente a la del vacunatorio, manifest=
ando
nuevamente altruismo fuerte (se cree que estas personas no están
especulando con ser beneficiarios directos del comedor, porque el porcentaj=
e de
desocupados en la muestra es significativamente bajo, 3%).
Ocurre algo ll=
amativo
respecto de la respuesta de los encuestados; mientras que entre los 1022 que
componen la muestra fueron 635 los que manifestaron interés por
contribuir económicamente (el 62%; respuesta a la pregunta 9), a la =
hora
de realizar aportes monetarios concretos, poniendo un número a su
voluntad de colaboración, 742 eligieron algún rango de contri=
bución
(el 73%; respuesta a la pregunta 10), por lo que 107 personas no sostuviero=
n su
negativa previa a colaborar económicamente (Gráfico 28).
Cuando se les =
plantean
exclusivamente a aquellos encuestados dispuestos a contribuir qué
colaboraciones concretas quisieran realizar en forma mensual y durante el
transcurso de un año, para permitir que los proyectos puedan llevarse
adelante, los resultados fueron los siguientes; en ambos grupos la
composición de las respuestas es parecida, esto es, el rango de cont=
ribuciones
más elegido fue el más bajo (hasta $300 mensuales), el segundo
más elegido fue el que compromete una colaboración de m&aacut=
e;s
del doble (de entre más de $600 y $900), y la tercera elección
fue la que propone la mayor colaboración (por encima de $900); el
segundo rango de contribución (entre $301 y $600) resultó ser=
el
menos votado en ambos grupos, pero levemente por debajo del anterior (en
especial, en el grupo de los que nunca participaron de una institució=
;n
de ayuda social). Por otra parte, aquellos que participan o participaron de=
una
institución social eligieron en mayor proporción los rangos
más elevados respecto de los encuestados que nunca colaboraron con u=
na
institución; de esta forma, en el primer caso el 51% eligió la
colaboración mínima, mientras que, en el segundo, el 58%.
5.4.2=
.B.
VARIABLE VALORACIÓN SOBRE LA EXISTENCIA DE INICIATIVAS CIUDADANAS
PROSOCIALES – DIFERENCIAS DE COMPORTAMIENTO
Respecto de es=
e 71%
que está de acuerdo con que siempre existan este tipo de iniciativas
ciudadanas, cerca de la mitad está dispuestos a dar su trabajo
voluntario para ambos proyectos y, si sumamos los que están dispuest=
o a
colaborar sólo con uno, los que quieren participar haciendo alcanzan=
el
75%; sólo el 25% no está dispuesto a hacer voluntariado
(Gráfico 29). Se reducen significativamente las proporciones cuando
pasamos al 12% que considera que este tipo de iniciativas justifica su
existencia únicamente en circunstancias extremas como la actual. En =
este
caso, el 47% no está interesado en trabajar en las propuestas;
subió 22 p.p. la proporción de los que no se suman con
voluntariado, casi duplicándose, y esos puntos los pierde la
opción de colaborar con ambos proyectos. Luego, también hay a=
lgo
llamativo en la composición de las opciones de los proyectos
individuales; en este grupo el vacunatorio (reflejo de altruismo déb=
il)
gana 3 p.p. respecto del merendero como iniciativa única, representa=
ndo
un 6%, porcentaje de todas maneras muy bajo (tener en consideración =
que
se trata de un total de 7 personas en 38). Parece acorde a lo esperable que
aquellos que se interesan en este tipo de propuestas sólo en
circunstancias críticas, lo hagan manifestando altruismo más
débil; no obstante, impera el altruismo fuerte como valor reflejado.=
Por últ=
imo,
sorprende no ver una composición muy diferente en los que no creen q=
ue
deban existir estas iniciativas nunca. Los que no están interesados =
en
hacer trabajo voluntario son más, pero apenas pasan la mitad de este
grupo, y el proyecto que pierde puntos es el merendero como única
propuesta (nuevamente, como revelación de un altruismo más
débil). Se podría interpretar que tienen una valoración
similar los que componen el 29% que no creen que deban existir este tipo de
iniciativas siempre (las aceptan circunstancialmente o nunca), posiblemente=
por
no ser más que un paliativo a la pobreza (como preocupación
imperante), en lugar de estrategias estructurales para su erradicació=
;n
definitiva.
Nuevamente, en=
tre los
que consideran que siempre los ciudadanos deben involucrarse en este tipo de
iniciativas, se reduce levemente la disponibilidad a realizar contribuciones
económicas en relación al trabajo voluntario, alcanzando el 7=
2%
(3 p.p. por debajo); se vuelve a observar una valoración del tiempo
similar o menor al del recurso monetario, posiblemente circunstancial (Gr&a=
acute;fico
30). Si bien la composición es similar en ambos tipos de
contribución, es el proyecto del merendero como opción
única el que pierde los puntos porcentuales, dirigiéndose 3 p=
.p.
hacia ambas propuestas y otros tantos a ninguna, es decir, al porcentaje de=
los
que no quieren colaborar económicamente.
Pero entre el =
29% de
los que no creen que deban existir este tipo de propuestas ciudadanas siemp=
re,
porque las justifican sólo en situaciones críticas o nunca, si
bien están menos dispuestos a colaborar económicamente que el
otro grupo (como ocurría con el trabajo voluntario), ahora hay una
diferencia más notoria entre sí. Por un lado, aquellos que av=
alan
estas iniciativas sólo circunstancialmente, están más =
dispuestos
a colaborar económicamente que con trabajo voluntario; en este caso,
sólo el 41% no está dispuesto a colaborar económicamen=
te
(6 p.p. menos que los que no quieren hacer trabajo voluntario).En cambio, e=
n el
grupo que no está de acuerdo con que la ciudadanía se ocupe de
estas problemáticas directamente la negativa a contribuir con dinero=
se
eleva al 60%, 9 p.p. por encima de los que no trabajarían (pero comp=
onen
el mismo grupo) y 19 p.p. por encima de los que tampoco colaborarían
económicamente, pero están de acuerdo sólo
circunstancialmente con estas iniciativas. De esta manera, respecto de los =
que
sí concuerdan con organizar este tipo de proyectos siempre, aquellos=
que
creen en estas iniciativas sólo para emergencias, pero no está=
;n
dispuestos a colaborar económicamente, la proporción se eleva=
13
p.p.
Así, se=
observa
por primera vez que es claramente mayoría la no disposición a
colaborar económicamente entre los que no creen que la ciudadan&iacu=
te;a
deba tomar “cartas en el asunto”, contribuyendo con las funcion=
es
del Estado para enfrentar problemas sociales como los que se plantearon en =
la
encuesta bajo estudio. En verdad, lo que resulta extraño es que entre
los que no concuerdan con estas iniciativas haya un 40% que contribuir&iacu=
te;a
económicamente. Entre esos, por primera vez la segunda opción
elegida es la de colaborar exclusivamente con el merendero como proyecto (el
19%), seguido por la disponibilidad a contribuir con dinero con ambas opcio=
nes
(17%); el centro de vacunación sigue siendo la propuesta menos elegi=
da
(posiblemente se considera que el Estado realizará la campaña
requerida). Se podría deducir que el altruismo fuerte y la
preocupación por la pobreza se imponen al descreimiento por este tip=
o de
propuestas.
En cambio, ent=
re los
que creen en la movilización ciudadana sólo para circunstanci=
as
extremas, donde la mayoría está dispuesta a contribuir
monetariamente (el 59%), la primera opción elegida es a contribuir c=
on
ambos proyectos (el 33%) y pasa a segundo lugar el merendero (con el 22%),
siempre quedando como minoritario el vacunatorio (4%). Es decir, con la
contribución económica la composición de los que
consideran que estas propuestas deben existir sólo en situaciones gr=
aves
es cercana al promedio entre los otros dos subgrupos, con excepción =
del
merendero como elección única, cuya participación es la
mayor para los tres (22%).
Al momento de =
definir
el aporte económico que estarían dispuestos a hacer, aun algu=
nos
que previamente manifestaron su desinterés por contribuir monetariam=
ente
con las propuestas, en esta oportunidad eligieron hacer alguna
contribución (Gráfico 31). De 167 encuestados que no est&aacu=
te;n
de acuerdo con este tipo de iniciativas ciudadanas (el 16% del total),
sólo 85 no están dispuestos a trabajar (el 8% del total
encuestado; es decir, el 51% de los que no creen que los ciudadanos deban
involucrarse directamente) y 101 a no colaborar económicamente (el 1=
0%
de los 1022 se mantienen firmes en no colaborar, pero el 6% finalmente
contribuiría). Esto significa que el 40% de los que no concuerdan con
que los ciudadanos deban realizar este tipo de actividades, finalmente,
contribuiría económicamente; luego, 95 individuos de esos 167=
(el
57%, más aún) realizan contribuciones económicas, aunq=
ue,
mayormente, bajas (el 67%, 64 personas de los 95, eligieron contribuir con
hasta $300 mensuales por el transcurso de un año). Esto podría
estar indicando que, a pesar de su oposición clara a las iniciativas
privadas, por considerar que el Estado debería ocuparse de esas prob=
lemáticas,
esto no siempre va en desmedro su preocupación por la
problemática, y el comportamiento altruista fuerte supera a su
egoísmo, en desvío respecto del modelo del homo
œconomicus.
La primera
consideración para realizar es que los que están respondiendo
esta pregunta son el 73% de los encuestados (742 de los 1022, o 740
después del filtro realizado para este informe parcial). En los dos
grupos que están de acuerdo con estas iniciativas ciudadanas (aunque=
el
76% considera que siempre deben existir y el resto, que sólo en estas
situaciones críticas), apenas más de la mitad realizarí=
;a
aportes de hasta $300; este porcentaje se eleva al 67% entre los que consid=
eran
que no deben existir iniciativas privadas, porque el Estado está a c=
argo
de estas problemáticas. En todos los grupos la segunda opción
más elegida fue el rango siguiente, es decir, de contribuciones entre
$301 y $600; en los dos primeros grupos, los que consideran necesarias las
iniciativas ciudadanas, los aportes potenciales alcanzaron el 24%, es decir,
menos de la mitad de la mínima colaboración posible. En el gr=
upo
de los que no coinciden con esa valoración la contribución
potencial a este rango se reduce al 16%. La tercera opción destinata=
ria
de aportes es la de $900 o más entre los encuestados que no est&aacu=
te;n
de acuerdo con estas iniciativas (representa el 13%) y los que sólo =
las
justifican en circunstancias como las actuales (17%); en el caso de los que
consideran que siempre deberían tener lugar este tipo de propuestas,=
la
elección está prácticamente emparejada con el rango de
$601 a $900 (representando este último el 12% y el de más de
$900, el 11%, así que, estrictamente, el aporte más elevado
ocuparía el 4º lugar). El rango entre $601 y $900 tiene baja
participación en los otros dos grupos (el 7% en los que valoran la
organización de los privados en circunstancias extremas y 4% entre l=
os
que creen que únicamente el Estado debería ocuparse de estas
problemáticas).
5.5.
DISPOSICIÓN A CAMBIOS EN LAS CONTRIBUCIONES
Las últ=
imas dos
preguntas apuntan al estudio preliminar del efecto que factores del entorno
generan sobre la conducta. En primer lugar, se analiza si saber que los otr=
os,
en promedio, contribuyen hasta $300 (variante 1) y entre $301 y $600 (varia=
nte
2), provoca un cambio en monto propuesto. En segundo lugar, se analiza si el
colocar una placa identificando los contribuidores mayores como “soci=
os
fundadores” incrementa la predisposición a contribuir[9].
5.5.1. CAMBIOS=
EN LAS
CONTRIBUCIONES AL CONOCER EL PROMEDIO DE APORTES DE PARES
Las respuestas=
dadas a
la pregunta 11 se presenta diferenciando las dos versiones (Gráfico =
32).
En la variante en la que se informa que, en promedio, los otros eligen la
opción mínima de contribución, el 22% cambia su respue=
sta
mientras que el 78% no lo hace. En particular, la gran mayoría (70%)
deja en blanco la pregunta, -señalando que esta información le
resulta irrelevante en su decisión-, mientras que el 20% aumenta su
contribución y el 10% la disminuye. La variación en las respu=
estas
no es lo suficientemente significativa como para hablar de contribuciones
condicionales, o concluir que la información sobre la conducta de los
otros actúa como sesgo de anclaje al momento de elegir[10]. En cierta manera esto
resulta lógico ya que la gran mayoría prefiere contribuir al
merendero en lugar de al vacunatorio, por ende, era de esperarse que al mom=
ento
de llevar adelante una acción “bondadosa” la elecci&oacu=
te;n
sea independiente de la conducta del otro.
Algo similar o=
curre en
la segunda variante, donde solo el 20% cambia su conducta. La diferencia es
que, una vez descontados los que dejan en blanco la pregunta, los cambios
parecieran responder al conformismo social, es decir, todas las variaciones=
son
para igualar o acercar la respuesta dada a la contribución promedio
planteada (entre $301 y $600). Parece entonces que, para el 20% de los
encuestados, esta contribución media es interpretada y aceptada como
norma social, llevándolos a rever su elección.
5.5.2. CAMBIOS=
EN LAS
CONTRIBUCIONES MEDIADOS POR UN INCENTIVO SIMBÓLICO
=
Finalmente, las
respuestas dadas a la pregunta 12 muestran que apenas un 10% de los
participantes optan por realizar la contribución máxima de $9=
00
(Gráfico 33). Pese al bajo porcentaje, - presente ya en la primera
pregunta sobre el monto dispuesto a contribuir-, el 38% de los encuestados
cambia su conducta en respuesta al incentivo del reconocimiento públ=
ico
de contribuir. Al margen de que cabe un análisis más profundo=
, la
influencia del factor externo “placa” sobre la
predisposición a contribuir no es poco significativa y actúa =
en
el sentido esperado. Podría entonces decirse que el cambio en las
respuestas está en línea con la literatura que discute la
influencia social sobre la decisión económica, concretamente,=
el
efecto de la validación social sobre conductas prosociales.
5.6. RESULTADO=
S DEL
RELEVAMIENTO DE LA TENDENCIA A CONFIRMAR EL APORTE, A PARTIR DE UN
“BOTÓN” DE CONTRIBUCIÓN EFECTIVA
Al final de la
encuesta y una vez enviadas las respuestas, se incluyó junto al
agradecimiento, una invitación ficticia a colaborar en la que se
incorporó un contador de las aceptaciones efectivas (Gráfico =
34).
Sólo el 18% de los encuestados tomaron una decisión efectiva =
en
relación con las propuestas (184 de 1022), muy por debajo de aquel p=
orcentaje
mayor al 60% que incluso eligió los montos con los que
colaboraría mensualmente durante el próximo año. Es
también cierto que en la encuesta no hay información suficien=
te
para confiar en los proyectos y animarse a donar (más allá del
conocimiento que pueda tenerse sobre aquellos que invitaron a resolver el
test), pudiéndose explicar el desvío por el miedo a ingresar
datos personales y bancarios. Más allá de eso, la realidad
pareciera mostrar que, en su mayoría, los entrevistados se muestran
más altruistas de lo que efectivamente son y ese botón de
donación efectiva no disparado revitaliza la racionalidad egoí=
;sta
del modelo teórico del homo œconomicus.
6. CONCLUSIONES
– EL HUEVO DE LA SERPIENTE
El homo =
39;conomicus
subyacente a los modelos matemáticos de la teoría
económica neoclásica supone el comportamiento racional y
egoísta de los agentes económicos. En el contexto de la
emergencia sanitaria mundial COVID-19 y la consecuente crisis económ=
ica
que enfrenta Argentina, este trabajo apunta al estudio empírico de
comportamientos alejados de la racionalidad económica, manifestados a
través de conductas con vetas altruistas y otras que impliquen un
accionar grupal, para el alcance de objetivos prosociales. Concretamente, se
realizó un relevamiento de la actitud colaborativa de 1022 argentino=
s a
dos problemas de acción colectiva:
(i) &nb=
sp;
un
merendero y
(ii) &n=
bsp;
(ii)
un centro de vacunación contra el virus.
6.1.
CONSIDERACIONES PREVIAS
Previo a concl=
uir,
sería prudente tener en consideración cierta influencia social
ejercida por los encuestadores sobre los encuestados. Habiéndose
difundido la encuesta entre amigos, colegas y estudiantes, que a su vez
repitieron esa práctica, las respuestas podrían haber sido
influenciadas por cierto deseo de mostrarse correctos ante colegas, en la
búsqueda inconsciente de conformidad al grupo, la amistad y
simpatía o incluso, algo de compromiso. En cuanto a los estudiantes,
puede haber existido alguna obediencia a la autoridad, cierta reciprocidad
(inconsciente, especulando ser favorecido por el agradecimiento del profeso=
r) o
algún rastro de compromiso. Estos elementos podrían conducir a
los encuestados hacia las respuestas que nos hacen sentir mejores personas,=
a
pesar de la debida declaración sobre el anonimato de los resultados =
de
la encuesta. Merece la pena mencionar que el encuestador no sabe quié=
;nes
accedieron a la solicitud, no hay rastros de identidad, pero sí tiene
acceso a la información acerca del momento preciso de cada respuesta=
y
conoce los momentos en que hizo la difusión, por lo que puede deduci=
r el
porcentaje de respuestas obtenidas en el grupo al que dirigió la
solicitud.
Por su parte, =
debe
tenerse presente las limitaciones de las encuestas como método para
revelar preferencias. A diferencia de los experimentos que replican la real=
idad
mediante juegos, por ejemplo, las encuestas carecen de lo que en la literat=
ura
se conoce como mecanismos de compatibilidad de incentivos. Tales mecanismos=
buscan
asegurar la veracidad de las conductas reveladas, evitando sobrestimó
las conductas prosociales de la muestra. De este modo, a la hora de respond=
er,
el deseo de conformidad pública tal vez se impone; sabemos qué=
; es
lo correcto y qué deberíamos hacer, más allá de=
que
en lo privado podamos tener ciertas diferencias. No obstante, esto encuentr=
a su
límite en el momento de la acción. Si bien una encuesta es una
forma de test psicométrico autoperceptivo que, de alguna forma, enfr=
enta
al encuestado consigo mismo y trata de capturar la versión genuina en
lugar de la versión socialmente aceptable, la disposición a t=
omar
acción y hacer efectiva la contribución, es justamente nuestra
herramienta para discernir las respuestas socialmente correctas de aquellos
encuestados honestamente resueltos a colaborar.
Toda
investigación debe tener relevancia, así como pertinencia
cultural y temporal. La problemática en la que se ha contextualizado
esta encuesta creemos que tiene ambas; no se podría haber logrado la
respuesta masiva si no se hubiera realizado en el transcurso de una crisis
sanitaria, económica y social de la gravedad de la que vive Argentin=
a,
donde la complejidad de la coyuntura de carácter global se agrava a
raíz de una problemática de carácter estructural. A
través de las devoluciones recibidas se percibió haber
“tocado fibras muy sensibles” en la sociedad: algunos participa=
ntes
se justificaban por no tener la certeza de poder sostener la
colaboración por el tiempo que exigía la propuesta, otros
explicando que colaboraban de manera regular con otras causas y otros
discutiendo fervientemente si este tipo de ayuda es la manera de terminar c=
on
la pobreza o sólo un paliativo si no se garantizan fuentes de trabaj=
o.
De manera similar, la pregunta sobre el rol del Estado y las iniciativas de=
la
ciudadanía generó discusiones y justificación de postu=
ras.
Claramente, el test no pasó desapercibido y enfrentó a los
encuestados con todos sus desacuerdos y conflictos respecto de su rol en la
sociedad, del rol del Estado y del correspondiente a la ciudadanía,
confrontó su necesidad de sentirse bueno y colaborador con su
interés particular y egoísmo, y quizás por un ratito, =
puso
en revisión su propia moral.
6.2. CONCLUSIONES SEGMENTADAS POR VARIABLES SOCIO ECONOMICAS ESPECÍFICAS<= o:p>
En la
comparación por tramos de edad, se identificó mayor
predisposición a contribuir en los menores de 35 años y menor
predisposición en mayores de 65 años, tanto mediante voluntar=
iado
como con aportes económicos. La brecha entre los segmentos es de ent=
re
18 y 21 p.p. (tratándose de voluntariado o aporte económico,
respectivamente). En la evaluación de diferencias por lugar de
residencia, se observó mayor predisposición a contribuir en l=
os
encuestados radicados en el interior del país que los residentes de
Provincia de Buenos Aires y CABA. La brecha de disposición a contrib=
uir
se ensancha, cuando la propuesta involucra trabajo como voluntario en los
proyectos y se acorta cuando se consideran aportes económicos.
En lo que resp= ecta a distintos géneros se verifica una mayor predisposición de las mujeres a contribuir como voluntarias y de los hombres a contribuir económicamente. En este caso a diferencia de los dos anteriores (eda= d y residencia) la predisposición se modifica, cuando se cambia la forma= de aportar. Es decir, no es el mismo segmento el más predispuesto a colaborar según se trate de voluntariado o aporte económico.<= o:p>
Cuando el
análisis se centró, específicamente, en la
disposición hacia comportamientos prosociales y altruistas relaciona=
dos
con el nivel educativo y la actividad de los encuestados, se observa un
comportamiento vinculado al homo œconomicus en, aproximadamente=
, la
mitad de los casos. Encontramos situaciones donde, independientemente el ni=
vel
educativo o la actividad, deciden no aportar con trabajo o dinero para hacer
frente a la situación actual. Por otro lado, las respuestas muestran=
una
desviación del comportamiento que la teoría económica
actual espera para el análisis: aportar para la provisión de
bienes públicos y dejar de lado el egoísmo que caracterizan a
nuestro hombre modelo. Asimismo, dentro de cada una de las categoría=
s,
se desagregó por preferencias entre los distintos proyectos, siendo =
el
merendero el de mayor cantidad de votos en comparación con el
vacunatorio (en algunos casos con más de 15 p.p. de diferencia entre=
uno
y otro). Esto apoya la conclusión de la existencia de altruismo fuer=
te y
altruismo débil.
En lo referent=
e a la
habitualidad en los aportes, comprobamos que cuando filtramos las
contribuciones de los encuestados según tengan o hayan tenido alguna
participación en una institución de ayuda social o no, por un
lado, y por otro, según sus posturas respecto de la existencia de
iniciativas ciudadanas, en pro de paliar problemáticas sociales, de
pobreza o salud, se observan desvíos a la conducta anticipada. Como =
era
de esperar, están más dispuestos a contribuir con trabajo
voluntario aquellos que tienen experiencias de colaboración en
instituciones que los que no la tienen; no obstante, la predisposició=
;n
al voluntariado supera ampliamente a la mitad de los encuestados tambi&eacu=
te;n
en el segundo caso. La predisposición a colaborar se reduce, aunque
levemente, cuando se trata de efectuar aportes económicos, mostrando=
que
no existe un impedimento significativo a colaborar, ya sea por falta de tie=
mpo
o bien, por falta de recursos económicos. El comportamiento altruist=
a se
impone al egoísmo de disfrutar de los recursos, tanto tiempo de ocio
como monetarios. La menor participación con dinero podría est=
ar
reflejando una preocupación por la posibilidad de sostener el aporte=
en
forma mensual durante un año, en el contexto de una crisis
económica profunda. Por su parte la mayor predisposición al
voluntariado podría estar ampliada por la disponibilidad coyuntural =
de
tiempo en el período de cuarentena y restricción sobre
actividades económicas, esparcimiento y desplazamiento.
A la hora de a=
nalizar
la valoración que tienen los encuestados respecto de la existencia de
este tipo de iniciativas ciudadanas, observamos que una amplia mayorí=
;a
(más del 70%) consideran que siempre deberían existir. Si se
agregan aquellos que consideran que está bien que se presenten en
circunstancias de gravedad extrema, como la planteada en la encuesta, se su=
pera
el 80%. Como consecuencia de este punto de vista, la amplia mayoría
está dispuesta a contribuir con trabajo o con dinero (aunque se ubica
levemente por encima el voluntariado).&nbs=
p;
Entre los que creen que deben existir este tipo de propuestas
sólo en circunstancias extremas, el 41% de todas formas no quiere
contribuir económicamente y el 47% no quiere contribuir con trabajo
voluntario. A pesar de que no consideran que estas iniciativas deban ser
organizadas por los ciudadanos, porque el Estado es el responsable de
organizarlas, el 49% está dispuesto a contribuir con trabajo y el 40=
%,
económicamente. Se pudo observar que la disposición a colabor=
ar
eligiendo una cifra monetaria involucra a un número mayor que los que
habían manifestado esa voluntad respecto de las distintas propuestas=
en,
aproximadamente, 100 encuestados (el 10% del total)., Nuevamente, esto se
observa independientemente de los filtros que estemos aplicando. Esta
situación muestra un comportamiento inconsistente, que podría
deberse a una cuestión técnica respecto de la resolució=
;n
del test, bajo la creencia de que no se podría avanzar dejando alguna
pregunta sin responder, sumado a que no aparecía la opción de
donación nula.
Cuando se les =
informa
a los participantes sobre las contribuciones realizadas, en promedio, por l=
os
otros, las variaciones no resultan lo suficientemente significativas como p=
ara
hablar de sesgos de anclaje o contribuciones condicionales a la Fischbacher,
Gachter&Fehr (2001). Finalmente, cuando se ofrece premiar a quienes se
destaquen por su actitud bondadosa a través de una placa
identificándolos como socios fundadores, el 38% de los encuestados
cambia su conducta en el sentido esperado.
6.3.
CONCLUSIONES GENERALES
A nivel agrega=
do, la
encuesta muestra que entre el 60 y el 75% de los participantes manifiestan
comportamientos en pos del bien común, desviándose del accion=
ar
solitario e independiente del agente económico representativo, motiv=
ado únicamente
por logros personales. El rango porcentual depende de las muestras y de si =
se
trataba de aportes económicos o voluntariados, siempre con mayor
adhesión la contribución como voluntario.
Una
observación relevante es la marcada preferencia por el merendero en
detrimento del vacunatorio cuando se los elige como proyectos aislados, tan=
to
en la contribución con trabajo voluntario como con ayuda
económica; esto se evidencia en ambos filtros, tanto en el que se
verifica la experiencia en alguna institución de ayuda social, como =
en
el que se revisa la valoración por las iniciativas de ayuda social p=
or
la ciudadanía. La opción más elegida fue la de contrib=
uir
con ambas propuestas, pero el merendero fue la siguiente opción a
colaborar preferida. Se refleja una inclinación por la provisi&oacut=
e;n
de este bien público, a diferencia de la alternativa, elección
que expone altruismo fuerte como valor social. En la existencia de un centr=
o de
vacunación móvil aparece, además de la posibilidad
concreta de acceder al servicio, el beneficio indirecto de frenar la enferm=
edad
y recuperar la normalidad; a priori, parecería ser una propuesta
atractiva desde un punto de vista más egoísta, reflejando
altruismo débil. No obstante, es una alternativa que, aisladamente, =
fue
mayormente descartada.
Ante los resul=
tados
sobre la invitación ficticia a colaborar, es inevitable el replanteo=
de
nuestros sentimientos y valores más honestos. En particular, lo que
refleja el espejo ¿es lo que somos? ¿o es lo que queremos ver=
de
nosotros, tal vez sin atrevernos a confesar ni siquiera a nosotros mismos
nuestros verdaderos sentimientos? Sobre este punto cabe considerar dos plan=
teos
de la psicología económica. Por un lado, la conformidad social
que nos lleva a actuar según las normas socialmente correctas versus=
la
aceptación privada que facilita la transición entre el decir =
y el
hacer. Y por otro, la disonancia cognitiva que provoca elegir la opci&oacut=
e;n:
“no estoy dispuesto a ayudar=
8221;,
agudizada en el caso del merendero. Tanto es así que, como se
mencionó anteriormente, recibimos mensajes de participantes justific=
ando
su falta de compromiso por el contexto de incertidumbre económica qu=
e se
está viviendo.
Respecto de la
teoría y la validez de los supuestos teóricos tradicionales, =
la
clave podría estar en rever cuál es el objetivo de los modelos
económicos y la necesidad de elegir uno y descartar otro. El tema lo
trae Thaler (2018), cuando indica que la teoría económica
pretende que sus modelos optimicen y a la vez describan. No obstante, el
comportamiento de los agentes económicos no siempre es el ópt=
imo
ya que no siempre se comportan de forma racional. Así quedamos
enfrentados a un trade off: si lo que se busca es el resu=
ltado
óptimo, debemos suponer conductas racionales, pero si pretendemos
describir la conducta de los humanos, necesitamos acercarnos a la realidad.=
El homo
œconomicus podría continuar siendo una abstracción
válida para el cumplimiento del primer objetivo, pero resulta
inútil en el segundo, porque en ese caso no sirve una
abstracción, hay que capturar información traída del m=
undo
concreto. Para ese propósito, la teoría debería cambia=
r su
método del inductivo al deductivo (Thaler, 2018). Aún m&aacut=
e;s,
no necesariamente la optimización requiere una racionalidad
egoísta si se incluyen comportamientos pro-sociales; introducir un
enfoque altruista en la teoría económica puede aportar bases
sólidas para replantear científicamente la interrelació=
;n
entre la dimensión social y ética del hombre en su comportami=
ento
económico maximizador, dando fin al conflicto egoísmo-altruis=
mo,
a la vez de contribuir a la discusión sobre la interdependencia entr=
e la
ética y la economía (Pena López & Sánchez
Santos, 2006).
No obstante, el
desafío parece ir más allá de la teoría
económica; no alcanzaría con introducir en los modelos las
distintas motivaciones del comportamiento humano (incluso para la
optimización), la sociedad debería buscar y encontrar el cami=
no
para convertir el self-interest en own-interest -que ya fuera planteado por
Adam Smith en La Riqueza de las Naciones (Smith, 1776)-, entendiendo que en=
el
último el individuo es parte de la sociedad, y con su accionar busca=
su
propio bien, pero en el largo plazo. Esa transformación significa in=
troducir
la ética en la conducta económica, y permitiría preser=
var
el interés colectivo, devenido en personal, a la vez de cuidar la
requerida eficiencia económica (como única posibilidad sosten=
ible
en el tiempo). Evitaría caer en el altruismo como explicación=
de
los comportamientos pro-sociales, que es económicamente ineficiente,=
y
sólo podría sostenerse en el tiempo en forma excepcional.
Introducir en el homo œconomicus el interés colectivo
permitiría encontrar un modelo de optimización racional que
incorpore en la maximización comportamientos pro-sociales (no
altruistas); pero los humanos, ¿encontraremos el autocontrol para que
esos modelos realmente describan nuestro accionar?
Pese
a que la encuesta no es más que un estudio descriptivo de conductas,=
sin
lograr concretar los proyectos propuestos, quizás sí logra
provocar un replanteo en varios de los encuestados. Con suerte, este
reflexionar genere un desvío de las conductas egoístas en pos=
del
accionar colectivo, dando lugar a una sociedad más
“humanizada”.
7. REFERENCIAS
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8.
ANEXOS
https://drive.google.com/file/d/1EahRXQ6bhv6Gd1GERLQ3Aao=
6hf0RVDrO/view?usp=3Dsharing
[1] El
presente trabajo fue presentado en el XIV Congreso Internacional de
Economía y Gestión “ECON2020”, de la Facultad de
Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, los dí=
as
27 al 30 octubre de 2020, siendo el resultado de una
investigación conjunta para el Seminario de Psicología,
Economía y Empresa, perteneciente al Doctorado de Administraci&oacut=
e;n
y al Doctorado de Economía de la Facultad de Ciencias Económi=
cas
de la Universidad Católica Argentina, habiendo sido finalizado en ma=
rzo
de 2021
[2]El término =
refiere
a la teoría económica desarrollada por J. Andreoni (1988), qu=
ien
describe la recompensa emocional que surge del da a otros. De acuerdo a esta
teoría, los individuos experimentan una sensación de
alegría y satisfacción por contribuir ayudando a los
demás. Dicha satisfacción o warmglow es interpretado como la utilidad individual de “hacer el
bien”. A su vez, suele hacerse la distinción entre el altruismo
puro, - cuando la conducta esta únicamente motivada por el deseo de
velar por el otro-, y el altruismo impuro, donde la ayuda al prójimo
responde a un sentimiento altruista y egoísta simultáneamente=
.
[3]Quintanilla &
Bonavía (2005) afirman que asumir al agente económico como un=
ser
aislado, que actúa en forma solitaria e independiente del resto impl=
ica
una visión demasiado mecanicista de la conducta económica.
[4]Para un resumen de eviden=
cia
experimental, véase Chaudhuri(2011).
[5]El termino satisficing refiere a una estrategia para la toma de decision=
es o
bien, una heurística conjuntiva en la que el individuo busca entre l=
as
alternativas disponibles hasta llegar a aquella que alcance el umbral de
aceptabilidad.
[6]Nó=
;tese
que, si bien ambos proyectos requieren del accionar grupal para su
concreción, la propuesta del merendero se acerca más al plant=
eo
del juego del dictador, mientras que la del vacunatorio a un juego de bienes
públicos.
[7]Se llama
así las medidas, generalmente de bajo costo económico, pensad=
as
para producir cambios significativos en el comportamiento de los ciudadanos,
incitándolos a tomar un mejor camino para el colectivo. Pensamos que
agregar información sobre el supuesto comportamiento de otros
encuestados podría servir de motivación al incremento de la
colaboración propia, “invitando” a la imitación d=
el
comportamiento prosocial.
[8]Todos los gráficos mencionados en =
el
trabajo puede verlos en el Anexo I.
[9]Se exclu=
ye del
análisis el voluntariado como forma de contribuir debido a que las
preguntas pertinentes a este informe se centran en las contribuciones
monetarias.
<=
span
style=3D'mso-special-character:footnote'>[10]El efecto anclaje es un s=
esgo
cognitivo según el cual utilizamos la primera información que=
nos
dan como punto de partida para el resto de nuestra toma de decisiones.