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El porqué<= /span> de la guer= ra en Ucrania= y su posible impacto en América Latina

 

Lila Roldán Vázquez

Embajador Extraordinario y Plenipotenci= ario de la República Argentina. 

Directora de Estudios Eurasiáticos y m<= span lang=3DES-TRAD style=3D'font-family:"Times New Roman",serif;mso-bidi-font-f= amily: "Arial Unicode MS";border:none;mso-ansi-language:ES-TRAD;mso-bidi-font-styl= e: italic'>miembro del Comitéé Ejecutivo del Conse= jo Argentino pata las Relaciones Internacionales (C.A.R.= I.).

Ex -Subsecretaria de Asuntos de América Latina y el Ca= ribe (2017).

Ex-Embajador en Ucrania (2007-2015).=

 

Resumen<= /b>

El artículo recorre las razones históricas y política= s que, a juicio de la autora, han derivado en la guerra desatada por la Federación Rusa contra Ucrania. Es también su objetivo anal= izar los impactos inmediatos y mediatos de la guerra a nivel internacional, así = como sus posibles consecuencias en el ámbito regional de América Latina.<= /span>

 

Palabras clave: Ucrania, Federación Rusa, América Latina y el Caribe, guerra, historia, política, pa= z y seguridad internacionales, economía.

 

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This article analyzes the historical and political reasons which, in = the author’s view, have caused the war that the Rus= sian Federation unleashed on Ukraine. Its purpose is also to analyze the war’s immediate and mediate impacts at the international level, as well as its eventual consequences in the Latin American region.

 

Ukraine, Russian Federation, Lat= in America and the Caribbean, war, history, politics, international peace and security, economy.

 

 

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= I= ntroducción =

A 13.000 km de distancia = de Argentina, se ha desatado= la primera guerra en suelo europeo desde hace más de 70 años. Una guerra despiadada e injustificada, en violación de to= dos los principios fundamentales de la Carta de las Naciones Unidas, en particu= lar la preservación de la paz y la seguridad internacionales y el respeto a los derechos humanos.

 

Contra cualquier consider= ación racional en términos de geopolítica y en pleno siglo XXI, el presidente Vladimir Putin ha desatado un ataque bélico contra un país vecino -ya no po= drá llamarse “un país hermano”- basándose en frágiles razones históricas y de seguridad nacional, con objetivos “estratégicos= " que mutan con el correr de los días.

 

Razones de la guerra<= i>

Conquistar Ucrania y reincorporarla a la “Madre Rusia” ha sido un sueño largamente acariciado por Vladimir = Putin. El gobernante ruso nunca asimiló plenamente las consecuencias de la desintegración de la Unión Soviética -de la cual Ucrania era un componente fundamental- y así lo expresó claramente en 2005, calificándola como la “mayor catástrofe geopolítica del siglo XX”. [1] En ese momento, sin embargo, la reincorporación de Ucrania era todavía un sueño que intuía de difícil concreción y así lo había reconocido poco antes al declarar que “Quien no quiera recup= erar la Unión Soviética no tiene corazón; quien pretenda hacerlo no tiene cerebro”.

 

Quince año= s más tarde, pareciera que su corazón ha prevalecido sobre su cerebro. Su campaña bélica de hoy no surge, sin embargo, de un impulso emocional: es el resulta= do -estratégicamente errado o no- de una cuidadosa planificación y construcción de poder, a nivel nacional e internacional, frecuentemente apoyada en acontecimientos fortuitos que supo aprovechar muy bien.

 

A esta ilu= sión se une la tradicional percepción rusa sobre la inseguridad de sus fronteras, incrementada estos últimos años a raíz del interés de Ucrania en integrarse a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).  Cabe aquí un parénte= sis: al momento de la anexión de Crimea, en marzo de 2014, Ucrania era un país neutral que gozaba, además, en principio, de las garantías del Memorando de Budapest de 1994, por el cual Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, China y la misma Rusia, la actual agresora, se comprometieron a proteger la soberanía y la integridad territorial de Ucrania dentro de los límites internacionalmente reconocidos, que incluían naturalmente Crimea.[2]=

 

En ese con= texto, Ucrania abandonó su estatus de neutralidad y comenzó a solicitar con mayor interés su integración a la OTAN. Sin embargo, no hubo acciones decisivas en ese sentido de parte de la Organización Atlántica; hasta hoy inclusive, a Ucrania no le fue ofrecido el Plan de Acción pa= ra su eventual incorporación.  En primer lugar, debido a que no hubo consenso entre todos los miembros de la Organización para avanzar en ese sentido y, por otro lado, ni Georgia ni Ucrania cumplen todavía con los requisitos para= la accesión, ya que la OTAN no puede incorporar a un país con conflictos en su territorio.

 

Esto nos lleva a otra de las razones invocadas por el presidente Putin para invadir Ucrania: el agravio ruso ante la expansión de= la OTAN y la amenaza que ello representa para su p= aís. La parte rusa sostiene que altos funcionarios de la Organización prometiero= n al ex-presidente Gorbachov que la OTAN no se extendería <= span class=3DNinguno>“ni un centímetro” hacia el este. El Occidente desmiente esta afirmació= n, ya que no hay documentos o compromisos por escrito que la fundamenten. 

 

La realidad, como sucede frecuentemente, estaría en el medio: según documentación secreta recientemente desclasificada, parecería que en efecto hubo algunas conversaciones informa= les entre funcionarios alemanes y estadounidenses con sus contrapartes rusas y = una exigencia de Gorbachov de que la OTAN no se ampliara hacia el este.  Algunos autores indican que el mismo Gorbachov habría aceptado luego el estado de co= sas sin exigir un compromiso por escrito y otros afirman incluso que las conversaciones se referían exclusivamente a Alemania, que era el objeto de negociaciones en ese momento, y no a la Organización en su conjunto.=

 

Hay otro motivo muy importante y más actual, que impulsa a= Putin a intentar dominar a Ucrania: éste es un país independiente y democrático, = sin duda con las imperfecciones que caracterizan a muchas democracias en el mun= do, pero una democracia real, que aspira a comparti= r los valores occidentales y defiende sus preferencias y decisiones cívicas.  Es el único país ex-soviético que se le= vantó dos veces en revoluciones populares: la primera, la Revolución Naranja en 2= 004, se produjo ante el desconocimiento de la volunt= ad popular y el fraude en las elecciones presidenciales de ese año; en la segu= nda, la Revolución del Euro-Maidán o Revolución de la Dignidad en 2013-2014, el detonante fue la negativa del entonces presidente Yanukovich a firmar un Acuerdo de Cooperación con la Unión Europea, en= un clima de indignación por la alta corrupción y mal desempeño del gobierno. E= sa característica del pueblo ucraniano, que se demuestra hoy en toda su amplit= ud en la resistencia a la invasión rusa, puede constituir una real amenaza de “contagio” para el régimen autocrático de Putin.<= /span>

 

Desde la asunción al poder de Vladimir Putin en el año 2000, lentamente y merced, en gran parte, a la brutal segunda guerra en Chechenia en el año 2000, la guer= ra contra Georgia en 2008, la anexión de Crimea y = el respaldo a los separatistas del este de Ucrania a partir de 2014, las intervenciones en Siria y en otros países africanos y el posicionamiento de tropas de mantenimiento de la paz en Nagorno-Karabakh, la Federación Rusa ha ido recuperando un papel protagónico en la esce= na internacional.

 

En ese lar= go recorrido, el sueño de una Ucrania integrada a Rusia siempre estuvo present= e y se manifestó de formas diversas: tanto en la permanente intromisión en los asuntos internos del país, a través de líderes y partidos políticos pro-rusos cuyas campañas y mantenimiento en el poder eran financiados por Moscú (los ex-presidentes Kuchma y Yanukovich, el Partido de las Regiones), como en las negociaciones energéticas y comerciales en las cuales la Federación Rusa imponía las condicion= es del intercambio; o en el mantenimiento de la Flota Rusa del Mar Negro en territ= orio ucraniano mediante un = l= easing, hasta la anexión de Crimea.

 

= Antecedentes inmediatos

En abril de 2021, trop= as rusas en ejercicios de combate comenzaron a concentrarse en la frontera con Ucrania.  En julio del mismo año, el Presidente Putin dio a conocer un extenso escrito: “Sobre la Unidad Histórica de Rusos y Ucranianos”, en el que desgranaba= su propia versión de la historia y los elementos que fundamentarían esencialmente sus pretensiones sobre el país vecino.[3]

 

En diciembre de 2021, Vladimir Putin envió a la Organización del Tratado del Atlántico Norte y al gobier= no de los Estados Unidos, sendos requerimientos -en forma de tratados- para una r= eformulación de la arquitectura de seguridad europea.<= span style=3D'mso-spacerun:yes'>  En esos textos, exigía que Ucrania nunca fuera miembro de la OTAN y que las fronteras de la Organización se retrotrajeran a las existentes en 1997, antes de la incorporación de países del= Este de Europa, algunos de ellos ex-miembros de la URSS. 

 

Otras dema= ndas consistían en el levantamiento de bases militares estadounidenses y de otros miembros de la OTAN en territorios que Putin considera dentro de la esfera = de influencia rusa -tales como la misma Ucrania. el Cáucaso y el Asia Central- y otras medidas relativas a la estructura de seguridad euro-atlántica. Ambas propuestas fueron rechazadas.=

 

Entre tant= o, desde finales de 2021 y en enero de 2022, más de ciento cincuenta mil fuerz= as rusas con sus respectivos equipos bélicos se ha= bían posicionado a lo largo de la frontera ruso-ucraniana y a principios de febr= ero comenzaron ejercicios militares conjuntos ruso-bielorrusos, en la frontera norte de Ucrania.  El domingo 20 de febrero, la Federación Rusa y Bielorrusia anunc= iaron que dichos ejercicios continuarían por tiempo indeterminado. El lunes 21, el Presidente Putin, acompañado por los líderes de las autoprocla= madas repúblicas separatistas de Donetsk y Luhansk, anunció oficialmente el reconocimiento de dichas pseudo-repúblicas, cuya formación y mantenimiento había sostenido desde 2014. 

 

Se esperab= a que, al igual que en Crimea, poco tiempo después se celebrara un referendo y se solicitara la anexión de dichas pseudo-repúblicas a la Federación Rusa.  Sin embargo= , no hubo tiempo para ello: tres días después, el 24 de febrero de 2022, Rusi= a invadió Ucrania: no sólo el territorio ocupado por los separatistas, sino con ataqu= es a todas las regiones del país, incluida su capital Kiev.

 

El uso de = la fuerza en política interior y en su política exterior fue una marca desde l= os primeros días de su gestión: la brutalidad de la represión y la completa destrucción de Grozny durante la segunda guerra en Chechenia, bajo su mando, fue uno de los primeros ejemplos de esta tenden= cia. Putin demostró allí que podía ser implacable ante la “subversión del orden establecido” a nivel interno, como más tarde, durante la guerra con Georgia= en agosto de 2008, propiciando y consolidando la partición de ese país con el desmembramiento de Abkhazia y Ossetia del S= ur.

 

La anexión= de Crimea en 2014 mediante los “hombrecitos verdes” -que Putin reconoció posteriormente eran militares rusos sin insignias-[4]= y el apoyo armado a los separatistas en las regiones orientales de Ucrania, donde eventualmente reconoció a las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Luhansk, fueron nuevas demostraciones de esa política del poder armado.  En 2020, intervino en la guerra entre Armenia y Azerbaiyán por Nagorno-Karabakh med= iante el envío de “fuerzas de paz” que continúan estacionadas y operativas en ese enclave hasta hoy, al igual que las fuerzas ru= sas en Transn= itria.

 

Fuera de la región, la participación rusa en la guerra civi= l en Siria -otra catástrofe humanitaria con la total destrucción de la ciudad de Aleppo- así como la venta de armas y cooperación armada en países africanos, demostraron la determinación del Presidente Putin en expandir y consolidar = la posición internacional de la Federación Rusa, y -desde su punto de vista- recuperar el prestigio perdido en las últimas décadas.

 

Ese objetivo de política exterior fue claramente expr= esado por el Presidente Putin en numerosas oportunidades y apoyado por enmiendas constitucionales y políticas migratorias adopta= das durante su mandato: las declaraciones sobre la disolución de la Unión Sovié= tica y sobre las amenazas a la seguridad rusa representadas por la expansión de = la OTAN, o las enmiendas constitucionales de 2020 para permitir la intervención del Gobierno ruso en protección de ciudadanos rusos = “dondequiera que estén= ”, al tiempo que se distribuyen pasaportes rusos en las zonas en conflicto y en países vecinos.

 

 

Reacción occidental=

Lo que sor= prende de la agresión rusa a Ucrania no es sólo la amp= litud del ataque ordenado por el Presidente Vladimir Putin, sino que el Occidente= no haya sido capaz de prever tal agresión, pese a las numerosas señales que de= bió haber percibido o evaluado correctamente en los más de veinte años de ejercicio del poder del presidente ruso.

 

A pesar de= las señales emitidas por Vladimir Putin, los países occidentales no reaccionaron apropiadamente.  Ni ante la destruc= ción en Chechenia, ni ante la guerra en Georgia, ni ante la anexión de Crimea y = el abierto respaldo militar y político a los separatistas en el Donbass. Y en estos últimos casos, a pesar de los compromisos asumidos por algunos de ellos en el Memorando de Budapest para la defensa d= e la soberanía y la integridad territorial de Ucrania. Se limitaron a propiciar resoluciones condenatorias en el seno de las Naci= ones Unidas y a aplicar sanciones a la Federación Rusa, que no fueron suficientemente disuasivas.

 

Hasta que = la guerra a gran escala -y no limitada a dos provincias en Ucrania- llegó al t= erritorio europeo. Ahora sí, aplicaron sanciones más = duras a la Federación Rusa, a sus dirigentes, oligarcas y empresas, propiciaron condenas a nivel internacional y un marcado aislamiento del gobierno ruso y ofrecen ayuda económica y equipamiento militar a Ucrania. No han comprometido sin embargo una participación directa en el conflicto, por temor a una conflagración más amplia. <= /span>

 

Los efecto= s de la invasión rusa se perciben esta vez no sólo en las medidas de apoyo a Ucrania, sino en la unidad del frente occidenta= l y en el fortalecimiento de los sistemas de defensa de los países europeos, que h= an incrementado sus presupuestos en esa área= . Son especialmente notables los casos de Alemania, que por primera vez ha enviado material bélico de defensa a otro país desde la Segunda Guerra Mundial, modificando así su tradicional política de no intervención y la iniciativa de Finlandia y Suecia, dos países con tradició= n de neutralidad, de presentar sus candidaturas para ingresar a la OTAN.<= /span>

 

 

La distors= ión de la Historia<= span style=3D'font-family:"Times New Roman",serif;mso-fareast-font-family:"Times= New Roman"; border:none;mso-ansi-language:ES-AR'>

En su justificación a las acciones bélicas que ha ordenado contra el estado ucraniano, Putin hace una grave distorsión de la historia de ambos países y= sus relaciones bilaterales y llega a negar la existencia de la nación y la cult= ura ucranianas.

 

La histori= a de Ucrania, que se inicia aproximadamente tres siglos antes que la historia de= Rusia ha estado estrechamente ligada a la de su país vecino. Ambas naciones reconocen a la = Rus’ de Kiev, fundada en el año 885, como el centro religioso y político y el punto de partida fundamental de sus respectivos pueblos. Moscú y San Petersburgo, fundadas respectivamente en 1147 y en 170= 3, concentraron posteriormente el poderío militar y administrativo del Imperio zarista y luego de la Unión Soviética, que pretendieron siempre ejercer su dominación sobre Ucrania.

 

El pueblo ucraniano debió resistir, a la largo de su historia, varias invasiones de potencias predominantes: Polonia, el Ducado de Lituania, el Imperio = Austrohúng= aro y Rusia, = que dividieron repetidamente su territorio. En 1917, en la confusión creada por= la Revolución Bolchevique, consiguió alcanzar su primera independencia, antes = de volver a caer bajo dominio ruso. Durante ese breve periodo, entre 1918 y 19= 21, varios países reconocieron su independencia y e= ntre ellos la Argentina, único país latinoamericano que lo hizo.

 

Ucrania fu= e una pieza muy importante de la Unión Soviética: fue tanto uno de sus miembros fundadores como aquél que propició su disolución en 1991, la que se concretó con la firma de un acuerdo entre Uc= rania, Rusia y Bielorrusia. Fue miembro fundador de las Naciones Unidas y sus nacionales tuvieron un rol protagónico en la conducción de la Unión Soviéti= ca. El país fue estratégico asimismo desde otros pu= ntos de vista: como granero de la URSS, como sede de los desarrollos tecnológico= s y militares más significativos de la Unión o como formador de las élites científicas y políticas en sus universidades.

 

Sin embargo, el Presidente Putin desconoce estos hech= os y califica a Ucrania como una parte del pueblo rus= o, como “la pequeña Rusia”, diferenc= iada de la “gran Rusia’ con sede en Moscú. No reconoce la identidad diferenciada= del pueblo y la cultura ucranianos, ni la existencia del estado ucraniano como nación independiente. Ha depositado incluso la responsabilidad de su alejamiento en los líderes soviéticos que “la construyeron”, concluyendo que la Ucrania de hoy es = “enteramente un produc= to de la era soviética” y que, en consecuencia, “Rusia fue robada”.[5]

 

Coyuntura y consecuencias=

A estas ra= zones estructurales se suman las razones coyunturales -y oportunidades- que generalmente terminan de definir una acción política de esta magnitud.  El descenso del Presidente Putin en la opinión pública rusa en los últimos meses de 20= 21 hasta el nivel más bajo alcanzado en su largo mandato, unido a la aparente fragilidad del Presidente Joe Biden en los Estados Unidos de América y del Presidente Zelenskiy en Ucrania, así como el debilitamiento de las estructu= ras euro-atlánticas por las políticas del ex-Presid= ente Trump conformaron, en opinión de Vladimir Putin, el marco adecuado para lan= zar sus acciones bélicas contra Ucrania.

 

Acciones b= élicas que han significado un verdadero cataclismo en el orden internacional, por = la extensión y profundidad de sus consecuencias.  La guerra en Ucrania constituye una con= moción geopolítica a nivel mundial y el probable reordenamiento de muchas variable= s en el escenario internacional.

 

En lo inme= diato, su impacto alcanza varias esferas: humanitaria, política, económica, militar y de estructuras internacionales.

 

A nivel humanitario, en menos de dos meses la guerra ha causado pérdidas de vidas cifradas en miles de personas de uno y otro lado, en las que se incluyen militares rusos y ucranianos y civiles ucranian= os; la Organización de las Naciones Unidas estima en más de 5 millones el número de refugiados que han abandonado Ucrania y en alrededor de 7 millones los desplazados internos para huir de los puntos más álgidos del conflicto -a l= os que deben sumarse los más de 1.500.000 desplaza= dos internos desde el inicio de la guerra en el Donbass en 2014-; los centenare= s de ucranianos deportados hacia territorio ruso, incluyendo muchos niños; huérfanos, miles de heridos y personas que han perdido sus hogares.

 

Estos efec= tos de la guerra tienen ya consecuencias, que seguramente se prolongarán durante m= ucho tiempo, en las relaciones entre dos pueblos unidos por muchos lazos en comú= n: lenguas similares, costumbres compartidas, muchos lazos de parentesco, de <= span style=3D'border:none'>vecindad y de amistad. Si el propósito de Putin era e= l de integrar a Ucrania a Rusia como parte de su pueblo, desconociendo su identi= dad nacional, ha obtenido todo lo contrario: un profundo resentimiento del pueb= lo ucraniano, incluso en las regiones limítrofes c= on Rusia con mayor influencia rusa, el que será muy difícil restañar.

 

En lo polí= tico, asistimos a un inédito aislamiento internacional del gobierno de Putin, que= ha sido pasible de más de 5.500 sanciones hasta ahora, superando a cualquier o= tro país que haya recibido sanciones internacionale= s y a un consecuente endurecimiento del régimen en la supresión de libertades de expresión y de comunicación de sus ciudadanos.

 

En paralel= o, se ha producido una consolidación del frente euroatlántico bajo el i= mpulso del presidente estadounidense y el firme compromi= so de prácticamente todos sus líderes -con la sola excepción, si bien matizada, de Hungría, lo que redunda en su aislamiento en el seno de la Unión Europea.  Ante la inestabilidad producida por las= acciones rusas, Ucrania, Georgia y Moldavia han solicitado nuevamente y con urgencia su adhesión a la Unión Europea. Y se ha profundiz= ado el recelo de países de la ex-Unión Soviética, que consideran más amenazada = su seguridad ante posibles avances de la Federació= n Rusa (Países Bálticos, Polonia, Moldavia, Georgia).<= /span>

 

Desde el p= unto de vista económico, los efectos de la guerra no se limitan a los dos países directamente involucrados, en un caso por los efectos devastadores de bombardeos y destrucción masiva de ciudades e infraestructura y en el otro por las sanciones internacionales: la ola expansiva alcanza a la economía internacional en su conjunto, particularmen= te en el área de la seguridad alimentaria debido al papel protagónico de Rusia= y Ucrania en la exportación de granos y cereales = (40% del total mundial), afectando mercados, perspectivas de crecimiento y expectativas de vida especialmente en los países más dependientes y con men= os recursos para la producción de alimentos (África). =

 

En los últ= imos días -abril 2022- la Directora del Fondo Moneta= rio Internacional, Krystalina Georgieva, ha anunciado una desaceleración del crecimiento mundial del 6,1% estimado para 2021 a = 3,6% en 2022 y 2023; más allá de 2023,= el crecimiento mundial disminuiría a alrededor de 3,3% a m= ediano plazo. La inflación proyectada para 2022 es = de 5,7% en las economías avanzadas y de 8,7% en las economías de mercados emergentes y en desarrollo; o sea, 1,8= y 2,8 puntos porcentuales más que lo proyectado en enero.[6]=

 

Será tambi= én interesante observar el desarrollo de los esfue= rzos ya puestos en marcha por los países europeos dependientes en gran medida de= la provisión de gas y petróleo rusos, para disminuir o eliminar esa dependenci= a en el futuro.

 

En el camp= o de la defensa, la OTAN -cuyo debilitamiento consti= tuye un importante objetivo de Vladimir Putin- ha recuperado un papel protagónic= o y, como se señala más arriba, países tradicionalmente neutrales como Finlandia= y Suecia están considerando su adhesión a la Organización. Alemania, en un g<= span style=3D'border:none'>iro importantísimo de su política exterior y de defen= sa, ha resuelto incrementar su presupuesto para gastos de defensa en un 2% -confor= me a los requisitos de la OTAN- y está proveyendo material militar de defensa al gobierno ucraniano. Otros países europeos están aumentando también sus presupuestos para la defensa y la mayoría de los miembros de la OTAN están participando en el suministro de armas y equipami= ento a Ucrania.

 

En cuanto = a las organizaciones internacionales, que hasta el momento no han podido ir más allá de expresiones condenatorias a la Federaci= ón Rusa en el marco de la Asamblea General y el Consejo de Derechos Humanos de= las Naciones Unidas, será imprescindible considerar una evaluación seria de sus objetivos y de sus estructuras y modos de funci= onamiento. En particular en lo atinente al Consejo de Seguridad de la ONU, uno de cuyos miembros permanentes con derecho a veto ha iniciado la guerra en Ucrania y = ha impedido cualquier iniciativa para la aplicación de mecanismos de salvaguar= da de la paz y la seguridad internacionales, princ= ipal objetivo del Consejo. Esa reforma es aún más urgente en cuanto la actitud d= e la Federación Rusa, similar a las de otras potencias con asiento permanente en= el Consejo, se inscribe en lo que lamentablemente constituye ya una tradición en dicho Cuerpo, en detrimento del resto de los miembros d= e la comunidad internacional.

 

La guerra = en Ucrania, que ha desestabilizado el tablero internacional y ha debilitado la confianza entre las naciones, es también reflejo de un co= nflicto más amplio entre Rusia -en sus distintas encarnaciones de gobierno- y el Occidente y, de un modo más general, entre liberalismo e  el no liberalismo, entre democracias liberales y autocracias, en el contexto de un mundo en proceso = de cambios estructurales.  Un ejemplo es el <= span style=3D'font-family:"Times New Roman",serif;border:none;mso-ansi-language:= ES-AR'>comunicado que los presidentes de la Federación Rusa = y de la República Popular China suscribieron pocos días antes de la invasión, y = en el que ambos líderes declararon que = “una nación puede elegir las formas y métodos para implementar la democracia que mejor convengan a su pa= ís en particular…” y = “condenan los inten= tos de fuerzas externas para socavar la seguridad y la estabilidad en las regiones adyacentes comunes, se proponen contrarrestar la interferencia de fuerzas externas, bajo cualquier pretexto, en los asunt= os internos de países soberanos, se oponen a las revoluc= iones de colores e incrementar<= span style=3D'font-family:"Times New Roman",serif;border:none;mso-ansi-language:= ES-AR'>án la cooperación en las = áreas mencionadas.”= [7]=

 

Efectos en América Latina y el Caribe

Decíamos al inicio de este trabajo que la guerra en Ucrania= se desarrolla a 13.000 km de distancia, muy lejos de nuestro Continente y vimos también que sus efectos alcanzarán no sólo a los países directamente involucrad= os, sino que tendrán un impacto a nivel global.  América Latina y el Caribe como región y varios de sus países a nivel nacional no serán seguramente una excepción y = se verán probablemente afectados en más de un sentido.

 

En forma m= ás inmediata, los efectos económicos de la guerra, en particular la baja en las expectativas de crecimiento mundial y el aument= o de la inflación, repercutirán en nuestros países, caracterizados en general por economías frágiles y políticas económicas variables.

 

Considerando el perfil productivo de los países de la región y de los países involucrados directamente en el conflicto, Rusia y Ucrania, hay al menos tres commodities relevantes en común: el trigo, el maíz y el aceite de girasol; y un producto industrial del que depen= den fuertemente las producciones agrícolas: los fertilizantes, cuyos principales exportadores a la región son precisamente Rusia y Ucrania.

 

Las reducc= iones en la provisión de fertilizantes afectarán la producción agropecuaria, colu= mna vertebral de la economía de varios países de la región. Argentina, Brasil, Colombia y Perú tienen una alta dependencia; los= dos primeros han iniciado ya gestiones con otros países exportadores de fertilizantes, como los Estados Unidos o Canadá, para suplir la carencia de esos productos esenciales para el cultivo de = bienes agrícolas.  El gobierno de Perú ha declarado el estado de emergencia alimentaria, que le permitirá la reasigna= ción de partidas presupuestarias e impuestos a subsidios para la adquisición de fertilizantes.  Brasil y Colombia, embarcados en sendas campañas presidenciales, ya = han incluido el tema de la producción agrícola y la seguridad alimentaria en sus respectivas plataformas electorales.

 

Si se prod= ujeran bajas en la producción, el suministro de alimen= tos desde América Latina hacia el mundo podrá verse alterado y eso impactará negativamente a escala global. 

A nivel regional, podría haber también escasez y probables aumentos de precios en la cadena alimenticia. Considerando que, históricamente, los aumentos de precios de los alimentos y el transporte han sido causa= les de movimientos sociales de protesta, ello podría acarrear consecuencias políticas significativas en un contexto de economías ya fragilizadas por la pandemia del Covid-19 y por la alta inflación.<= /span>

 

Estas apreciaciones generales sobre las consecuencias económicas del conflicto pa= ra la mayoría de los países de la región -con los matices propios de cada economía-, no pueden aplicarse de la misma manera a las consecuencias polít= icas que podrían derivarse de la guerra en Ucrania.<= /span>

 

La dispari= dad de regímenes y orientaciones políticas de los gobiernos latinoamericanos y caribeños no permite imaginar reacciones comunes o concertadas ante el conflicto.  La polarización y la consiguiente falta de concertación política que= han caracterizado a la región en las dos últimas décadas han impactado negativamente en las organizaciones multilaterales -regionales y subregiona= les-, han imp= edido la defensa apropiada de los intereses comunes y han debilitado la imagen y la posición de América Latina y el Carib= e en la escena internacional.

 

Esta situa= ción se vio claramente reflejada tanto en las declaraciones públicas de sus dirigentes como en las votaciones sobre la cuestión en el ámbito de las Naciones Unidas, donde algunos países apoyaron = la condena a la agresión rusa y otros se abstuvieron o la justificaron. Ello podría enmarcarse en una de las consecuencias previsibles de la guerra de R= usia en Ucrania, cual es el regreso a las esferas de poder en el mundo, y significaría el abandono de la política de no alineamiento a la que tradicionalmente adhirió la región.

 

En efecto,= en las votaciones llevadas a cabo en las Naciones Unidas sobre sendos proyecto= s de resolución, el primero de condena a la Federación Rusa por su agresión contra un país vecino, violando su soberanía e integridad territorial (A/RES/ES-11/1; 2/3/22), y el segundo de carácter humanitario (A/RES/ES-11/2; 24/3/22), cuatro países de la región se abstuvieron: Bolivi= a, Cuba, El Salvador y Nicaragua (Venezuela ausent= e en ambas votaciones, Dominica en la segunda).[8]=

 

En ese mis= mo ámbito, Bolivia, Cuba y Nicaragua votaron en contra de la Resolución de la Asamblea General AG (A/RES/ES-11/3) suspendiendo la participación de Rusia = en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU y vari= os países de la región votaron en abstención: Barbados, Belice, Brasil, El Salvador, Guyana, México, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadi= nas, Surinam y Trinidad y Tobago (Venezuela ausente).[9]=

 

El mismo día de la agresi= ón rusa -24 de fe= brero- la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos (OEA), emitió un Comunicado en el que “…condena = la invasión de la Federación Rusa a Ucrania y la llama a un inmediato cese de = las hostilidades que irresponsablemente ha iniciado= .

La agresión rusa constituye un crimen contra la paz internacional. <= /span>El ataque armado perpetrado contra la soberanía e integridad territorial de Ucrania = es repudiable y constituye un acto gravísimo de violación del derecho internacional.

La agres= ión ha sido definida como el crimen internacional supremoy el mis= mo constituye indudablemente un ataque contra la paz y la seguridad de la humanidad, así <= span lang=3DES-TRAD style=3D'font-family:"Times New Roman",serif;border:none;mso= -ansi-language: ES-TRAD'>como a las relaciones civilizadas entre Estados.<= span lang=3DEN-US style=3D'font-family:"Times New Roman",serif;mso-fareast-font-= family: "Times New Roman";border:none'>[10]

 

El 25 de marzo de 2022 la OEA aprobó la= Resoluci= ón = “La crisis en Ucrania” (CP/RES= . 1192 (2371/22), que exige “el respeto de los derechos humanos y el cese= inmediato de actos= que pueden constituir crímenes de guerra" en Ucrania. En los considerandos de la Resolución, se reitera que los derechos esenciales del hombre no nacen del hec= ho de ser nacional de determinado Estado, sino que tienen como fundamento los atributos de la persona humana”, y se recuerda que “las Américas como zona de paz se basa en el respeto = de los principios y normas del derecho internacional, incluidos los instrumentos internacionales de los que los Estados Miembros = son parte y los principios y propósitos de la Carta de las Naciones Unidas y de= la Carta de la Organización de los Estados Americanos”.=

 

El texto, presentado por = Antigua y Barbuda y Guatemala, con el co-patrocin= io de Bahamas, Colombia, Granada, Guyana, Haití, Jamaica, Pe= rú, Trinid= ad y Tobago, Estados Unidos y Uruguay, califica de "pr= ofundamente preocupante y totalmente inaceptable" el deterioro de la situación humanitaria y añade q= ue los países se comprometen a "re= visar, según sea necesario, el cumplimiento de los compromisos de la Federación Rusa ante la OEA como observador permanente.

 

De los 34 miembros activos de la OEA, 28 votaron a favor, ninguno en contra y cinco se abstuvieron: Brasil, Bolivia, El Salva= dor, Honduras y San Vicente y las Granadinas (<= /span>Nicaragua ausente). Brasil, Bolivia y Honduras explicaron que, aunque aprobaron en l<= span style=3D'font-family:"Times New Roman",serif;mso-bidi-font-family:"Arial Un= icode MS"; border:none;mso-ansi-language:ES-AR'>íneas generales el texto, consideraban= que la OEA no es el organismo apropiado para abordar el tema. Argentina y México, = aun= que sí adoptaron la resoluci= ón, <= /span>coincidieron en este último <= span lang=3DIT style=3D'font-family:"Times New Roman",serif;mso-bidi-font-family= :"Arial Unicode MS"; border:none;mso-ansi-language:IT'>punto.= [11]

 

Finalmente= , el 21 de abril de 2022, el Consejo Permanente de la OEA decidió la suspensión del estatus de la Federación de Rusia como observa= dor permanente ante la Organizaciónn. La Resolución CP/RES.1195 (2374/22) fue adoptada p= or 25 votos a favor de los 34 miembros activos, ninguno en contra y ocho abstenciones: Argentina, Brasil, Bolivia, El Salvador, Honduras, México, San Cristóbal y Nieves y San Vicente y las Granadinas.

En su texto se indica que la OEA suspende inmediatamente<= /i> a Rusia hasta que "el Gobierno ruso cese sus hostilidades, retire todas sus fuerzas y equipos militares de Ucrania, dentro de sus fronteras internacionalmente reconocidas y vuelva a la senda del diálogo y la diplomacia.[12]

 

De las posiciones que los distintos países adoptaron frente a resoluciones a nivel internacional y regional y de sus respectivas declaraciones, podemos inferir que algunos de ellos han abordado= el asunto y en particular las condenas a la Federación Rusa, con mayor precaución.  En ello intervienen fa= ctores de política interna, como en el caso de Brasil con próximas elecciones presidenciales y la presentación de Lula como candidato o el de México, en virtud de las preferencias ideológicas del Presidente López Obrador; y también intereses económicos o de cooperación, = en los casos con fuerte dependencia de las importaciones rusas de fertilizante= s o cooperación en el área de defensa -Brasil-. Es tambi= én destacable el giro del gobierno argentino en la OEA, en cuyo seno votó prim= ero a favor de la resolución de condena a la agresión rusa y posteriormente se abstuvo en la votación para suspender a la Fede= ración de Rusia del organismo.

 

Por otro l= ado, a raíz del conflicto en Ucrania, han comenzado a detectarse movimientos de inquietud o interés de parte de las potencias que tradicionalmente han teni= do mayor influencia en la región -Estados Unidos- y de las que quieren disputa= r, en alguna medida, ese liderazgo o demostrar que pueden actuar en su área de influencia (Rusia).  Ya en las primeras semanas de la guerra, la Administración Biden ini= ció un acercamiento con el gobierno de Maduro en Venezuela, uno de los más comprometidos ideológica, económica y militarme= nte con la Federación Rusa. A su vez, el Viceminist= ro de defens= a ruso visitó recientemente Cuba, Nicaragua y Venezuela y en el caso de los dos últimos, suscribió acuerdos de cooperación en materia de defensa. A princip= ios de febrero de este año, el gobierno nicaragüense anunció haber iniciado negociaciones con la corporación estatal rusa de ene= rgía nuclear Rosatom, orientadas a la cooperación en las áreas de energía y medi= cina nuclear.

 

Días antes= del conflicto, el gobierno de Colombia, recientemen= te designado aliado estratégico de la OTAN manifestó= al gobierno ruso su preocupación por la asistencia militar a Venezuela y la realización de ejercicios conjuntos, requiriendo de Moscú la garantía que e= llo no pondrá en peligro la seguridad de su país. U= nas semanas más tarde, Colombia y los Estados Unidos real= izaron ejercicios navales conjuntos con el propósito, según declaraciones del Mini= stro de Defensa colombiano, de luchar contra submarinos dedicados al narcotráfic= o y de “proteger = la soberanía nacional”, en el marco de la OTAN.

 

Sin embarg= o, estas últimas acciones puntuales o la tradicional cooperación entre Rusia y Cuba y la más reciente aproximación rusa a Venezuela y Nicaragua, no parecen suficientes para predecir una definición consistente por parte de estos países latinoamericanos a integrar la llamada “esfera de influencia” de la Federación Rusa. La presente configuración internacional muestra un escenario que favorece la declinación de la unipolaridad e inclu= so de la bipolaridad compartida por Estados Unidos= y la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, en una creciente tende= ncia a la presencia de varios actores protagónicos en la escena mundial (notablemente China, India, la Unión Europea, Turquía, en adición a los Est= ados Unidos y la Federación Rusa). Esta “multipolari= dad” y la consiguiente multiplicación de centros de influencia económica y geopolítica, favorecen al mismo tiempo la dispersión de intereses y de posibilidades de elección de los estados, particularmente de los países menos desarrollados, entre diferentes altern= ativas o polos de atracción.

 

Probableme= nte la Federación Rusa continuará procurando intensificar relaciones políticas y manteniendo proyectos de cooperación con algunos países latinoamericanos y caribeños, en aras de demostrar que puede actua= r en la esfera de influencia tradicional de los Estados Unidos, contrarrestando = de algún modo la protagónica participación de este último en la OTAN y en apoy= o a Ucrania.  Sin embargo, la situación económica de la Federación Rusa, que se verá deteriorada por efecto de la gran cantidad y alcance de las sanciones a las= que se ve sometida en represalia por su agresión a Ucrania y por el aislamiento internacional en el que se encuentra, podría limitar sus esfuerzos de inversión o de cooperación con países que no son sus ali= ados ni forman parte de su área de influencia más cercana, o incluso más estraté= gica desde los puntos de vista económico y de defensa.

 

Actualmente las inversiones rusas y el intercambio económico con la región no son especialmente relevantes y han decaído substancialmente desde= los años ’90, cuando hubo un pico de participación rusa en el subcontinente latinoamericano.

 

 

 

 

Conclusión=

En definit= iva, puede estimarse que el impacto de la guerra en Ucrania, que viola los principios básicos de la Carta de las Naciones Unidas y pone en peligro la = paz y la seguridad internacionales, no tendrá efectos generalizados en una regi= ón distante del centro del conflicto.

 

Una región= en la que, en adición a los factores económicos y geopolíticos que la relacionan = con los protagonistas del conflicto, sus muchos actores no están en condiciones= de adoptar posturas unificadas -a diferencia de la Unión Europea- en virtud de sus intereses económicos particular= es y de las distintas orientaciones políticas de sus gobiernos, que propician la actual polarización entre los Estados que la integran.=

 

Cabría finalmente agregar que América Latina, tierra tradicional de paz y de acogida de migrantes europeos y de otras regiones del mundo, ha albergado y alberga generaciones de ucranianos (y de rusos), que constituyen hoy parte integral de sus ciudadanías y en honor a = las cuales y a la inquebrantable fortaleza y dignidad del pueblo ucraniano, los gobiernos de la región deberían extremar sus esfuerzos para contribuir a la pronta finalización del conflicto y a la solución pací= fica de las controversias.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



[1] Mensaje anual del Presidente Vladimir Putin a la Nación rusa el 25 de abril de 2005

[2]  = Memorandum on security assurances = in connection with Ukraine’s accession to the Treaty on the Non-Proliferation of Nuclear Weapons. Budapest, 5 December 1994.  Ukraine, Russian Federation, United Kin= gdom of Great Britain and Northern Ireland and United States of America. = Fuente: Naciones Unidas.

[3] On the Historical Unity of Russian= s and Ukrainians: documento publicado por el Kreml= in el 12 de julio de 2021

[4]<= /sup> Admisión pública del Presidente Vladimir= Putin el 17 de abril de 2014

[5] On the Historical Unity of Russian= s and Ukrainians: documento publicado por el Kremlin el 12 de julio de 2021

[6] Fondo Monetario Internacional: Informes de Perspectivas de la Economía Mundial - Abril 2022

[7] Joint Statement of the Russian Federation and the People’s Republic of China on the International Relations Entering a New Era and the Global Sustainable Development. February 4, 2022

[8]<= /sup> Fuente: Naciones Unidas

[9]<= /sup> Fuente: Naciones Unidas

[10]= Comunicado C-008/22 de la Secretaría General de= la Organización de Estados Americanos. Fuente: OEA

[11] Resolució= n del Consejo Permanen= te de la Organización de Estados Americanos: = “La crisis en Ucrania”= = (CP/RES. = 1192 (2371/22), 25/03/2022. Fuente: OEA.

[12] Resolució= n del Consejo Permanen= te de la Organización de Estados Americanos CP/RES.1195 (2374/22), 21/04/2022. Fuente: OEA.

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