Problemas de coordinación estratégica en las elecciones de Capital Federal
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Resumen
Cuando Jorge Telerman anunció el adelantamiento de las elecciones para Jefe de Gobierno y legisladores
de la Ciudad de Buenos Aires, obligó a reposicionarse a la totalidad de las piezas del tablero político nacional y sumió a los partidos en un espacio de disquisiciones y dilucidaciones, urgiendo a los más rezagados a concertar y a celebrar acuerdos político-electorales.
Simultáneamente, el anuncio causó desconcierto y dejó expuesta la profunda crisis de liderazgos que afecta a esta ciudad capital (Corbière, 2007), provocando, de inmediato, audaces acomodamientos tácticos en al menos dos de las principales fuerzas políticas de oposición: por un lado, Mauricio Macri –hasta entonces declarado aspirante a la presidencia por el PRO- rectificó su rumbo, retiró su candidatura al Ejecutivo nacional, y decidió apostar por segunda vez consecutiva al gobierno de la Capital Federal; Por otro lado, la diputada y candidata presidencial por el ARI, Elisa Carrió, dejó entreabierta la posibilidad de desembarcar en la Ciudad de Buenos Aires, postulándose como Jefa de Gobierno por la fuerza partidaria que conduce o por una coalición de partidos más amplia.
En efecto, el adelantamiento de las elecciones porteñas operó como un condicionamiento manipulador,
sacudiendo toda la estantería política tanto a nivel distrital como nacional, y compilió a los actores políticos centrales y a las élites partidarias a establecer acciones estratégicas a fin de maximizar sus posibilidades de imponerse electoralmente en una de las circunscripciones más relevantes del país, cuya adquisición posee implicancias tanto simbólicas como efectivas.
Así, en un escenario político más depurado, cada uno de los actores intervinientes -forzado a tomar decisiones apresuradas en un proceso en el que confluían intereses comunes y contrapuestos- procuró situarse en un delicado punto de equilibrio, balanceando las probabilidades de éxito y fracaso, en un contexto en el que las intenciones de voto cambian precipitadamente. En definitiva, la puja por la
jefatura de gobierno metropolitano causó una serie de problemas de coordinación electoral (Cox, 1997: 20) que los actores políticos se vieron obligados a resolver, condicionando también las posibles opciones de los ciudadanos de cara a los comicios porteños y a los presidenciales subsiguientes.