América Latina comienza a partir de la década del ´80 una nueva etapa de democratización política, en un contexto de sucesivas crisis -crisis de representación política, crisis del estado, crisis de la deuda externa, fragmentación social- que condujeron a errores macroeconómicos y políticos, como así también a vacilaciones en los diferentes gobiernos de la región, profundizando la apatía política, garantizando al mismo tiempo sin embargo la continuidad institucional de las nuevas democracias, como resultado de un difuso consenso en torno de la legitimidad de las instituciones democráticas.